El recorrido por los rincones gastronómicos de Boston donde se disfruta buena comida continúa y esta vez la protagonista fue la arepa, el manjar predilecto de los venezolanos. Cada vez, hay más opciones para probarla, sin embargo espacios como “Carolicious” celebran el plato típico de nuestro país en todo su esplendor. Desde que abrieron sus puertas, se dedicaron a ofrecer a sus comensales un menú fresco, exquisito, novedoso y libre de gluten.
Sus fundadoras, también reconocidas por todos como “Las Carolinas”, se plantearon servir en su mesa una experiencia diferente y lo lograron, tanto así que se atrevieron a crear su propia versión del pabellón y resultó un éxito. La dupla de amigas emprendedoras contó a La Patilla qué las llevó a ser pioneras de un restaurante criollo en Somerville y cómo expandieron este negocio hasta convertirse en uno de los más importantes en la escena culinaria local.
Por: Elizabeth Gutiérrez | lapatilla.com
“Las Carolinas”, son las visionarias detrás de “Carolicious”, un restaurante de comida venezolana que ha sabido dejar una huella entre la comunidad del área metropolitana de Boston, pero antes de conquistar el paladar de los residentes de “la Atenas de América”, estas emprendedoras se dedicaron en su país natal a un negocio de grabados láser durante 14 años. Allí labraron una amistad que ha perdurado varios lustros y descubrieron cómo con ideas claras, pueden hacer próspero cualquier emprendimiento.
La travesía hacia Estados Unidos comenzó en 2015, y con ella, nació la semilla de la idea que daría origen a Carolicious. Todo comenzó al evaluar los consumos, el mercado y las costumbres locales, así fue como se dieron cuenta de que la comida era una parte esencial de la vida de los norteamericanos.
“Nos dedicamos a observar a las personas, su comportamiento y nos dimos cuenta que la mayoría come en la calle, todos caminan con un vaso o una bolsa de algún restaurante en la mano y a toda hora”, contó Carolina García.
Con ello en mente, destinaron una búsqueda para lograr conseguir financiamiento y se toparon con el programa Nibble, del Consejo de las Artes de Somerville, diseñado para apoyar a inmigrantes que tienen planes de producir. Las Carolinas se registraron y así inició su viaje culinario en Boston. Gracias a este programa, las dos aguerridas criollas pudieron participar en festivales, farmers market y catering durante los primeros tres años de su aventura culinaria. Un esfuerzo constante que reflejó su dedicación y amor por la auténtica comida venezolana.
En el corazón de Boston
El camino hacia el éxito no estuvo exento de desafíos, la clave radicó en dos factores importantes. “Tener paciencia y trabajar día a día en pro de nuestros objetivos”, reveló García.
Carolicious tiene su sede en dos ubicaciones emblemáticas: en la cervecería Aeronaut, en 14 Tyler St, Somerville, Massachusetts, y en el segundo piso del Stratton Student Center del Instituto Tecnológico de Massachusetts, un espacio creado especialmente por Commonwealth Kitchen y el MIT llamado The Launchpad.
Las delicias de este increíble negocio van más allá de sus cuatro paredes y recorren las calles de Boston a través de las plataformas de entrega DoorDash y Grubhub, donde los comensales pueden saborear nuestros mejores platillos criollos en la comodidad de sus hogares.
Pero quizás uno de los mayores logros de Carolicious ha sido ser invitadas a vender las arepas en la Boston Public Library, la biblioteca más importante de la ciudad. “Es todo un honor. Allí estamos todos los jueves de 11 am a 4 pm”, dijo García.
Un giro a lo clásico
Carolina Salinas, una comerciante, profesional de la informática y apasionada por la gastronomía, junto a Carolina García, licenciada en comunicaciones y especializada en publicidad, desarrollaron su vocación de servicio y convirtieron su visión en un plato fuerte que además de conquistar paladares, recibe gran admiración en Massachusetts.
Reinventaron su propuesta al ofrecer más que clásicas arepas, pues sus rellenos únicos siempre dan de qué hablar. Los tequeños y galletas veganas también son favoritos en el restaurante. Mientras que García afirmó que el menú es “sencillo”, las exquisiteces que exhiben a sus clientes confirman que cuando hay buena sazón nunca faltarán comensales felices dispuestos a volver.
En palabras de la entusiasta Carolina García, se aventuraron a realizar adaptaciones en las recetas criollas para satisfacer el gusto local y se asombraron al ver que el resultado fue mejor de lo planeado. “El plato típico venezolano, el pabellón, lo convertimos en ‘bowl’ y ha sido un éxito”.
Embajadoras culinarias
Las Carolinas, desde el primer día, han experimentado con su restaurante una acogida excepcional por parte de los locales, en una metrópolis donde la diversidad cultural es amplia y los sabores aún más. “La receptividad, la fidelidad y el agradecimiento han sido el mejor regalo que nuestros clientes nos han dado durante todo este tiempo”, detalló García.
Para estas emprendedoras, Carolicious no es solo un restaurante; es un emisario de la riqueza culinaria de nuestro país, como venezolanas, la herencia gastronómica es el primer eslabón de esa idiosincracia criolla que se nutre con amabilidad y cordialidad.
“Ser embajadores de nuestra cultura a través de su gastronomía y gentilicio es un honor y una responsabilidad que es nuestro norte cada día. Nuestra historia ha sido contada en muchas oportunidades y siempre agradecemos el hecho de haber nacido en Venezuela y haber tenido la arepa a diario en nuestras vidas”, explicó García.Cada visita a Carolicious es un viaje sensorial que va más allá del paladar, al sumergir a los comensales en la calidez y hospitalidad de Venezuela. Las Carolinas, quienes autoperciben su comida como “deliciosa, de excelente servicio y calidad” tienen un propósito definido: “seguir creciendo y dando lo mejor a nuestros clientes que son lo máximo”. Con ello, aspiran ser exitosas y mantener un legado que trascienda en las inigualables calles de Boston.