Al General romano Julio César erróneamente se le identifica como uno de los emperadores de Roma, fue un militar brillante y luego de vencer en las Galias retorno a Roma para desatar una cruenta guerra civil que costó muchas vidas enfrentándose a Pompeyo, otro destacado General y Cónsul, que venció para hacerse nombrar dictador a la fuerza y controlar el poder absoluto en medio de una anarquía y luchas intestinas que terminó con su asesinato perpetrado por sus propios aliados y protegidos.
En el año 49 a.c. con la advertencia y prohibición de no cruzar la frontera y entrar a Roma con un ejercito, Julio César decide cruzar un rio de poco cauce conocido como Rubicón que hacía limite entre la Galia Cisalpina y la Italia Romana, se dice que Julio César pronunció una frase con la cual relacionamos acciones que representan la determinación irresponsable de no dar marcha atrás sin importar las consecuencias.
Para Julio César a pesar de obtener el poder e implantar la dictadura las consecuencias son bien conocidas, para Roma fue un tiempo terrible de miedo, guerras civiles y conspiraciones, por ello cruzar el Rubicón es sinónimo de decisiones irresponsables en política.
La pregunta que nos hacemos es si el Presidente Maduro va a cometer suicidio político cruzando su propio Rubicón, si va a desatar los demonios internos de los factores que lo sostienen, provocando una lucha por el poder entre sus propias filas.
El Rubicón de Maduro es incumplir el acuerdo de Barbados, impedir con una inhabilitación fantasma la participación de la candidata de la oposición electa en una trascendente jornada cívica de primarias, mantener detenidos a los presos políticos y darle vía libre a la furia bolivariana para que atente contra cualquiera que no comparta su proceder y pensar político.
Maduro aplica las enseñanzas de el arte de la guerra que recomiendan atacar cuando se está débil, pero el tiempo se acaba y los ataques no detienen el rechazo, tendrá que tomar una decisión de cruzar la línea sin importar las consecuencias impredecibles para el país y para él mismo o estirar la liga sin romperla para negociar unas elecciones potables para la comunidad internacional y sobretodo para los venezolanos que vivimos como decía mi abuela con el Cristo en la boca de tanto susto.