A Laura le pareció extraño que hombres vestidos de policía y de paisano los apuntaran con sus teléfonos al salir del avión, como si estuvieran haciendo videos de ella, su esposo, su hija de 3 años y el resto de los pasajeros.
Por BBC Mundo
Pero no era el momento de distraerse con temores. Por fin habían logrado llegar a la frontera norte de México y llevaban lo más importante: su cita programada con las autoridades migratorias de Estados Unidos impresa en un papel.
La familia venezolana aterrizó en el Aeropuerto Internacional Quetzalcóatl en Nuevo Laredo a la 1:00 de la tarde de un día que prefiere no revelar. La cita estaba prevista para la jornada siguiente, a las 8:30 de la mañana, en el puesto migratorio del Puente Internacional de Las Américas, que conecta a la ciudad de Nuevo Laredo, en el estado de Tamaulipas, con la ciudad de Laredo en Texas.
Laura, su esposo y su hija estaban a escasos 13 kilómetros y a menos de 24 horas de cruzar legalmente a Estados Unidos.
Laura se sentía orgullosa. A diferencia de miles de compatriotas venezolanos que intentaban cruzar la frontera entre México y Estados Unidos de forma irregular, ella y su esposo habían logrado seguir las reglas y concertar una cita por medio de la aplicación CBP One.
En octubre de 2020, el gobierno estadounidense habilitó este mecanismo para gestionar el ingreso de los migrantes por la frontera sur a través de los estados de Arizona, California y Texas.
Dos años después, la afluencia de venezolanos era tan masiva que el gobierno del presidente Joe Biden prohibió su ingreso irregular por la frontera con México y creó un mecanismo para recibir a 24.000 venezolanos patrocinados por familiares en Estados Unidos.
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