Ángel Alberto Bellorin: A propósito del juicio televisado a Rocío San Miguel

Ángel Alberto Bellorin: A propósito del juicio televisado a Rocío San Miguel

El escrito que aquí comparto tiene dos años de publicado, pero pareciera hecho a la medida del actual fiscal general y sus juicios televisivos en cadena nacional.

¿ Que espera la Facultad de Derecho de la Universidad dónde se graduó para anularle o suspender su título de abogado si es que en verdad lo tiene ?

Son grotescas las demostraciones de ignorancia en cuestiones elementales del derecho constitucional y procesal, haciendo énfasis en el derecho probatorio y sus principios básicos como eje fundamental de un Debido Proceso judicial y no televisivo .





¿Que pito tocan los Colegios de abogado?

La complicidad y el miedo son frutos del mismo árbol envenenado.

IGUALDAD SIN MÉRITO…. Por Angel Alberto Bellorin.

MERCADERES Y MERCENARIOS.

El escándalo mediático originado por el Doctorado Honoris causa otorgado por una Universidad privada al policía Bernal, es contundente evidencia publica y notoria del desmoronamiento moral del último bastion institucional venezolano; la universidad.

Era nuestra última muralla dónde se pretendía sostener y preservar la racionalidad como elemento principal del pensamiento útil y necesario para la justa interacción social.
Esa justa racionalidad basada en la primacía del mérito intelectual, creativo, independiente y diferenciador en la obligatoria convivencia.

En realidad, el problema de fondo es de vieja data y va mucho más allá de los Doctorados Honoris Causas otorgados ahora a Freddy Bernal , o antes a Pedro Carreño, ( por nombrar solo dos) de quien sabe cuántos mas que incluyen empresarios y gente con cierta fama.

Todos ellos, con la necesidad motivacional de mostrar su pretendido logro, tienen que hacer público su lauro, con fotos “entogadas y chapeadas”, publicidad, aplausos y muchas felicitaciones.

De no ser así, el acto no tendría ningún sentido para la ansiosa vanidad de los ” nuevos doctores” y sus esmerados aduladores, dónde ocupan sitio de honor las autoridades universitarias involucradas .

Esos trueques, además de publicidad barata, siempre generan algún “Favor Administrativo” debajo de la mesa. Algo así como el mercado de “Verdades Amargas” del poeta Ramón Ortega.

El verdadero problema, el más grave es la verdad oculta que como un cáncer actúa y corroe.

EL TÍTULO Y EL HABITO DEL MONJE

A mi humilde parecer y desde mis tiempos de muchacho he tenido noticias públicas y notorias de la gran cantidad de títulos falsos y personas que sin pudor se presentan y hasta ejercen profesiones que nunca estudiaron bajo la mirada complaciente del igualitaraje social auspiciado desde las propias instituciones.
Un gobierno que ha estimulado el igualitaraje social ha auspiciado en Venezuela esta práctica, haciéndolo algo ” normal”.

Pero más grave, que lo anterior y como fenómeno social que nadie se atreve a diagnosticar en su justa dimensión, es la cantidad de títulos regulares que son entregados ” a granel ” por muchas universidades tanto públicas como privadas sin cumplir mínimos pero “verdaderos requisitos” de exigencias intelectuales y comprobado conocimiento del área que garanticen verdadera profesionalización.

En ellos se incluyen tanto pregrados como postgrados y para percatarse de la metástasis, social solo hay que curucutear un poco en internet.

Con respecto a los postgrados, hago énfasis especial en la cantidad de doctorados formales autorizados para realizarse en forma express, con “graduados como arroz” . Legalmente son doctores pero en realidad son analfabetas funcionales.

Sin entrar en detalles de contenido curricular, me consta que muchos estudios doctorales llegan al descaro de no solicitar para su realización, la madurez intelectual que significaba el requisito previo de tener aprobados los títulos de especialidad y de maestría, como lo requieren la mayoría de universidades de prestigio en el mundo.

Ahora más que nunca, en Venezuela “cualquier idiota con palanca, dinero o un cargo salidor, es doctor y sobrarán decanos y rectores universitarios con parche en el ojo, una pata de palo y un loro en el hombro que se tome la foto con el “flamante nuevo doctor”.

Cuando no lo son en la sencilla formalidad del papel firmado, aceptan sonrientes que lo nombren con esos títulos que no tienen.

Eso ocurre a cada momento con una cantidad de abogados, especialmente aquellos que sin ser doctores, una vez nombrados jueces, magistrados o cualquier “carguito burocrático” otorgado a dedo, se colocan el doctor delante del nombre.
A esos personajes de vez en cuando hay que recordarles que así como el hábito no hace al monje, el título no hace al profesional.

CANTIDAD POR CALIDAD, ACTITUD POR APTITUD.

A finales de la década de 1990, siendo cursante de un Doctorado en Educación, comencé a escribir sobre la materia y hasta llegué a publicar un artículo que titulé ” ¿ Cual calidad educativa?”
En ese ensayo , utilizando las normas previstas tanto en la Constitución de 1961 como en la ley de Educación de 1980, desmonté las falacias de la consigna que pregonaba la aplastante supremacia del derecho a la educación como patente de corso para que el alumno deba recibir aprobaciones, ascensos académicos y hasta títulos para los que en realidad, no tiene la aptitud requerida.

Hoy, a pesar del Chavismo, la Constitución de 1999 es mucho más clara sobre el tema y al respecto, me permito recomendar al lector interesado,relacionar el último párrafo del Artículo 3 con los artículos relativos al derecho social a la educación, en especial el artículo 103 que cubre y garantiza tal derecho,..”Sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones “. En la hermenéutica este orden de precedencia de las tres limitaciones tiene mucho signicado.

A los fines de darle color a este artículo y para finalizar, me permitiré compartir párrafos de un ensayo que con el sugestivo título de “El mito de las Mayorías”, publiqué por el año 2010.

Inicio de la cita:

“La historia está llena de personajes que se adueñan de ideas ajenas sin entender su esencia, para manipular a las mayorías y obtener un pasaporte de ascenso al poder como una necesidad de satisfacción de sus instintos y de sus ansiedades, sin más mérito que la apariencia, la imitación y el discurso falaz.

Estas nulidades son hábiles en la simulación e intentan parecer preparadas y virtuosas. En su afán de sacudirse de su dura realidad de inferioridad, aspiran a ser considerados por sus cargos, rangos, grados o títulos, haciendo lo necesario para conseguirlos.
Tratan así de sustituir el respeto cualitativo que genera la APTITUD propia de los excelentes, por el culto cuantitativo a la ACTITUD desarrollada hábilmente por los comunes. Es aleccionador lo que expresa Ingenieros en su obra “Las Fuerzas Morales”

“El hábito de ver tasar a los demás por los títulos que ostentan, despierta en todos un obsesivo anhelo de poseerlos y hace olvidar que el Estado puede usar en su provecho la competencia individual, pero no puede conferirla a quien carece de ella”

Fin de la cita

Otra Cita.

“Lamentablemente, las mayorías democráticas no logran diferenciar un imitador de un original, perdiendo la oportunidad de que sus élites intelectuales y morales generen utilidad pública a sus naciones, o lo que es peor, estas élites, tal como lo señaló Tocqueville en 1835, pierden el interés en formar parte de los gobiernos en esas democracias enfermas.

Es de honda preocupación ver como en Venezuela, las mayorías comunes han logrado a través de muchos años de “trabajo”, reducir a la mínima expresión las exigencias intelectuales, morales, físicas y diferenciadores de aptitudes para optar a los cargos del poder, grados y hasta a los títulos universitarios, creyendo erróneamente que mediante nombramientos y ascensos por decretos, resoluciones, diplomas, etc, conferidos por sus pares en funciones de poder institucional, logran el respeto moral que por sus méritos obtienen los originales y los virtuosos.

Se olvidan de que “lo que natura non da, Salamanca non presta” y que aptitud y criterio no se compran en bodega. Sentencia Ingenieros: “áspero es todo sendero que se asciende sin cómplices; los que no pueden seguirlo conspiran contra el que avanza, como si el mérito ofendiera por el simple hecho de existir, el mérito vive rodeado de adversarios; la falta de éstos es inapelable testimonio de insignificancia”. Fin de la cita.

CONCLUSIÓNES

En Venezuela, se ha flexibilizado hasta la nada los requisitos de exigencia, para crear una falsa excelencia, auspiciada por los medios y las propias instituciones en una alarmante y cada vez más creciente simbiosis social entre la vanidad del poderoso y la adulación del servil, que en el fondo aspira a sustituirlo.

Es el triunfo del igualitaraje sobre el verdadero mérito y eso lo vemos a cada momento con analfabetas funcionales titulados y rankeados en algún cargo, vociferando estupideces sabiendo que en sus auditorios cautivos nadie le hará alguna contradicción dialéctica.