Una Fuerza Armada supeditada al legado de chavista (¿?), un Tribunal Supremo de Justicia que ostenta una clara parcialidad política y un Poder Moral al servicio de toda judicialización contrincante, evidencia una arquitectura neototalitaria que pone en claro que la rendija institucional a la mano es el voto en compañía de la determinación y la participación ciudadana. Regresar a la calle con el nuevo mantra del extremismo político: “hasta el final” nos colocaría de nuevo en el limbo.
Lo sustantivo no es un nombre o un candidato, más bien lo es la garantía del proceso electoral para que la inmensa mayoría de venezolanos en el país y en el exterior puedan expresarse a favor de un cambio. Hoy estamos al frente de un abanico de nombres que pulveriza la concentración del voto opositor. La realidad nos obliga admitir que se requiere la depuración de las ofertas en la mesa, más aun si están inhabilitadas, en una sola. El objetivo de las primarias se perdió con la dinámica política, es un hecho que hay que reconocer: ni salimos fortalecido ni tenemos candidata elegible.
No existe, a pesar del panorama actual, una instancia de entendimiento de las distintas oposiciones para determinar un mecanismo democrático de selección de ese candidato que haga posible una transición política. Las diferencias son casi irreconciliables. La unidad democrática continúa siendo el objetivo no alcanzado. Todo indica que cada bloque opositor presentará un candidato distinto. Aquellos que representan una opción personal no unitaria están fuera del radar de confianza de los votantes -¿Hace falta mencionarlos?
De esos bloques, para manifestarlo con la debida ponderación, la aprobación y la confianza de los electores, aunque mermadas, están depositadas en la Plataforma. La candidata inhabilitada surgió de este sector y de este tiene que salir más temprano que tarde un acuerdo que despeje las incertidumbres reinantes sobre un nombre viable política y electoralmente, que logre abrirse paso entre los desafíos y chantajes que pesan sobre las decisiones, urgentemente impostergables e históricas. No es el momento para vacilaciones. Es la hora de la firmeza. Venezuela espera.
Franklin Piccone Sanabria