Aunque una de las promesas del chavismo, apenas asumió el poder hace más de 20 años, ha sido mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas, la realidad actual es muy distinta. Desplazamientos, miseria, desnutrición, inseguridad, trata de personas, desempleo y enfermedades, es parte de lo que viven los waraos en el estado Delta Amacuro.
Por Corresponsalía lapatilla.com
La falta de atención gubernamental ha hundido a las comunidades indígenas en el abandono. Tanto así que huir de sus tierras ancestrales se ha convertido en el camino que muchos nativos han transitado. Al recorrer la región, se observan zonas deshabitadas debido a la migración de los pobladores hacia otros estados o a Brasil y Guyana. Aunque Trinidad y Tobago está relativamente cerca, este destino no es elegido para migrar, y solo es usado por presuntas mafias que captan a personas bajo engaño y así ser usadas para el tráfico sexual.
Una de las tantas comunidades indígenas olvidadas por el chavismo es la del sector Guasina, cerca de los pozos de crudo de Petrodelta, donde hay un vertedero de basura en la que niños y adultos sobreviven buscando chatarras para vender y así tener algo de ingresos. Tan solo con entrar en la zona, ya es evidente la precariedad en la que viven alrededor de 200 indígenas, distribuidos en 48 adultos y unos 150 niños.
El cacique de esta comunidad warao, Luis Ramón Rodríguez, contó a lapatilla.com que desde el año 1992 reside en el referido sector. Afirma que la situación, lejos de mejorar, ha empeorado quedando desasistidos y viéndose obligados a abandonar sus tierras. Recuerda que hace unos 15 años tenían más posibilidades de adquirir alimentos. Sin embargo, hoy el hambre y las enfermedades son parte la vida cotidiana de los indígenas.
“Aquí en esta comunidad son muy pocos los que trabajamos y es por la alcaldía en la recolección de basura. El resto vive es por la venta de chatarra, aluminio, cobre. Con eso la gente agarra y compran unas dos harinas, sardinas, espaguetis y casabe, lo que se pueda, porque a veces no se hace nada y las ayudas del Gobierno son muy pocas. Ya tenemos dos meses que no nos venden las bolsas del Clap, que eso debería ser cada 15 días, y nunca se ha cumplido”, expresó el cacique.
La desnutrición infantil se puede evidenciar en los más pequeños, cuyas barrigas abultadas hace presumir que tienen parásitos. Aunado a la mala alimentación, las condiciones del agua cruda que buscan en otro sector, empeora la salud de los indígenas. Pese a que no hay cifras oficiales, afirma Rodríguez que la tuberculosis es una de las enfermedades que más afecta a los pobladores.
El cacique de la comunidad de Guasina señala que de parte de la gobernación de Delta Amacuro no han organizado jornadas médicas para los waraos. Lamenta que la gobernadora chavista Lizeta Hernández se haya olvidado de estos pueblos. Las únicas jornadas médicas y sociales que reciben es de los misioneros, con apoyo de Cáritas de Venezuela.
Tráfico de personas
El coordinador del Comité de Derechos Humanos del partido Vente Venezuela, Orlando Moreno, se refirió a los distintos delitos que ocurren en el estado Delta Amacuro, como la trata de personas, que es un jugoso negocio para mafias y grupos armados que operan en la entidad. La región presenta condiciones ideales para estas organizaciones delincuenciales, debido a su ubicación geográfica: por el océano Atlántico logran trasladar a sus víctimas, que son secuestradas o engañadas con propuestas de una mejor vida, sin saber que se convertirán en esclavas de la pornografía y la prostitución.
“El Estado venezolano padece de muchas carencias, falta de servicios públicos y una militarización en prácticamente todos sus niveles. Aun así, es uno de los estados trampolín a la trata de personas. Cuando hablamos de que Delta Amacuro es la cuna de diferentes delitos, es que la región es usada para sacar a las víctimas de trata de personas provenientes de diferentes partes del país, siendo Trinidad y Tobago, así como países del Caribe, los más beneficiados por este delito”, señala Moreno.
El defensor de derechos humanos agrega que debido a la crisis humanitaria compleja que vive el país, se ha observado un aumento acelerado de las víctimas de la trata de personas, muchas provenientes de ciudades como Caracas, Valencia, Puerto La Cruz, Maturín, Puerto Ordaz y el centro de Venezuela. Estas mafias usan los más de 3.600 caños que tiene el estado Delta Amacuro para traficar personas.
Los grupos irregulares se dedican a este tipo de actividades por ser el segundo negocio más grande del mundo, después del narcotráfico, y el más rentable, pues guarda relación con la prostitución infantil y todo lo que ello engloba. Moreno afirma que este delito en este momento es difícil de combatir, debido al apoyo que obtienen estas bandas por parte de organismos del Estado.
“El país que más se beneficia por este delito es Trinidad y Tobago, donde existe una gran cantidad de mafias que tienen sus operadores en Venezuela. Usan distintos sectores, como el indígena, que es el más involucrado en este tema para que sirvan de transportistas para estas personas, y bajo este esquema es que existe una gran red de tráfico de personas en el país con la mirada complaciente del régimen”, señala el activista.
Complicidad verde oliva
Para las redes criminales, un tambor de gasolina puede costar hasta 400 dólares, lo que se convierte en un negocio redondo para los militares, pues es el Estado venezolano quien suministra el combustible. Funcionarios se benefician de las mafias, ya que estas necesitan permisos para pasar por las distintas alcabalas fluviales, así como de la gasolina para movilizarse.
Este delito, en particular, ha sido informado a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, la Misión de Determinación de Hechos de la ONU, Insight Crime y organizaciones que tienen que ver con el tema de la criminalidad. Asegura que se ha venido trabajando con estos organismos desde hace tiempo para visibilizar lo que califica como una tragedia que vive el país desde hace muchos años en este ámbito.
La dificultad en las telecomunicaciones y la accidentada geografía de la región, con más de 3.600 caños navegables, convierten a Delta Amacuro en un terreno propicio para el florecimiento del tráfico de humanos, así como también de otros delitos. Allí el Estado se desdibuja en su rol previsto en la Constitución y se funde con las redes de la delincuencia organizada.