Con los resultados de la batalla estadística que coloca a Maduro con un porcentaje casi pegado al piso y a María Corina por los cielos, queda claro que Maduro no tiene posibilidades de salir victorioso frente a María Corina en una elección, por eso su estrategia de firmar un acuerdo electoral con la oposición fiel apartándose de lo acordado en Barbados y de mantener la inhabilitación fantasma a la candidata de la oposición no le soluciona el problema de legitimidad que lo persigue desde el 2018, por el contrario creo que de continuar por ese camino e insistir en mantener una candidatura sin apoyo popular, su destino entra en un laberinto del cual le va a ser muy difícil salir llevándose de paso al PSUV con sus 20 gobernaciones y más de 300 alcaldías, sin embargo María Corina ha reiterado que està dispuesta a una negociación que en teoría supongo le garantice a Maduro y su círculo más cercano que no va a ser perseguido y que no va a perder sus derechos políticos, en ese hipotético acuerdo al más alto nivel deben estar presente los Estados Unidos por el tema de los cartelitos y las recompensas, lo que no se puede negociar es la investigación de la Corte Penal Internacional de La Haya, pues es un organismo internacional de justicia que goza de total independencia de los gobiernos de los estados que son signatarios, así que esa es otra historia que se está poniendo interesante y que puede tener incidencia en el desarrollo de los acontecimientos en Venezuela a mediano plazo, pero hay más que agregar a cualquier negociación que se pueda dar entre Maduro, María Corina y el gobierno de los Estados Unidos, es impensable sacar de la ecuación a la Fuerza Armada, recordemos que en Chile cuando Pinochet perdió el referéndum y se inició la transición, el Presidente Aylwin tuvo que aceptar que Pinochet se quedara al frente del ejercito con su alto mando por un tiempo, algo similar puede ocurrir en Venezuela con el General Padrino López, en una transición en donde la Presidente disolvería la Asamblea Nacional y convocaría elecciones para conformar una nueva Asamblea que entre otras cosas designe de acuerdo a la ley un nuevo TSJ y un nuevo poder electoral que nos represente a todos incluyendo a la oposición socialista del PSUV.
Queda claro que la Presidente tendrá que gobernar con los gobernadores y alcaldes del PSUV hasta que el nuevo CNE convoque cuando toque que es el año próximo las elecciones de poder regional, en este punto hay muchas aristas que pueden inclinar la decisión final de Maduro este año, una de ellas debe encontrar una respuesta que no inmole los poderes regionales que ostenta el PSUV y las naturales aspiraciones de algunos gobernadores que están jugando a un escenario en donde ni Maduro ni María Corina son candidatos y en su lugar competirían con uno o varios candidatos de la oposición aún sin identificar, personajes como Rafael La Cava o Héctor Rodríguez.
Con una oposición dividida y sin María Corina ni Maduro de candidatos la opción de victoria la tendría el candidato del PSUV por la alta abstención que en cualquier escenario significa que a María Corina le impidan participar, pero esto no le aseguraría al candidato de Maduro legitimidad ni estabilidad, pues sería percibido como un títere de Maduro sin poder real.
Pero si bien la transición puede ser de otra manera bien diferente, lo que queda claro es que Maduro no puede detener el cambio que se presenta inevitable aún reprimiendo a un alto costo político a la dirigencia opositora y la sociedad civil, que se está organizando mejor para ejercer su derecho a elegir a una presidente que de una vez por todas inicie la recuperación de Venezuela dentro de una renovación democrática de cara al futuro, algo que no puede ofrecer Maduro porque sus promesas recicladas no producen el desenlace que se necesita para superar la mega crisis en que se encuentra Venezuela, una crisis que ya no soporta más promesas de motores que nunca arrancan y en donde los que detentan el poder no se hacen responsables por nada ni por nadie.