El michelín que sobresale por encima del pantalón, la barriga que obliga a hacer un agujero más en el cinturón o la papada que cambia la expresión del rostro son algunos síntomas que pueden servir de voz de alarma de que algo no va bien. La obesidad es una cuestión visible, pero no estética, pues detrás de ella se esconde un grave riesgo para la salud.
Por larazon.es
A las puertas del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra cada 4 de marzo, las cifras de esta enfermedad (aunque todavía no está reconocida como tal en España, pero sí por la Organización Mundial de la Salud) resultan alarmantes: «Si miramos en la calle podemos decir que en España un 60% de las personas tiene exceso de peso, y de ellas en torno al 20% presenta obesidad», asegura María del Mar Malagón, presidenta de la Sociedad Española para el estudio de la Obesidad (Seedo).
Este escenario augura un futuro poco halagüeño, ya que las estimaciones realizadas por la Federación Mundial de la Obesidad apuntan a que «tendremos un incremento del 2% anual de personas con problemas de peso, lo que hace prever que en 2035 la obesidad afectará al 37% de la población española adulta. Y la situación es incluso más alarmante en los niños, pues se calcula un aumento del 2,5% cada año, lo que supone un grave problema y nos obliga a prevenir y a tratar desde ya», insiste Malagón.
Parece obvio que abordar la obesidad se convierte en una tarea urgente de salud pública. Sin embargo, resulta imprescindible hacer un trabajo correcto, pues los expertos alertan de que hasta ahora hay cosas que se están haciendo mal: «Se pone demasiado empeño en reducir los kilos de más, algo que es necesario, sin duda, porque es la puerta de entrada de otras patologías que pueden ser muy graves, como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares, lesiones hepáticas, problemas hormonales y algunos tipos de cáncer, pero no se presta atención a la importancia de la masa y de la función muscular, que resulta determinante a la hora de mejorar la calidad de vida y de aumentar el riesgo de muerte», aclara la presidenta de Seedo.
Nuevo concepto
Aquí donde entra en juego el concepto de obesidad sarcopénica, es decir, «aquella situación clínica y funcional en la cual no sólo existe un exceso de grasa corporal, que es lo que diagnostica, sino que, además, esta va acompañada de un pérdida de masa muscular, fundamentalmente en los brazos y piernas, lo que conlleva una importante pérdida de funcionalidad, con mayor dificultad para actividades de la vida diaria, así como un peor control metabólico», explica Juana Carretero, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), quien lidera un estudio pionero al respecto.
El exceso de adiposidad se asocia a un estado inflamatorio basal moderado y recurrente, «y esa inflamación crónica es deletérea, es decir, mortífera para el músculo, tanto parta su cantidad como para su calidad. De hecho, ese estado inflamatorio es uno de los responsables de la pérdida de masa muscular», aclara Carretero. Y las consecuencias son claras, ya que, según Malagón, «la obesidad sarcopénica es la suma de dos factores potencialmente dañinos para la salud que al coexistir se potencian de forma sinérgica, lo que se traduce en mayor gravedad de las enfermedades asociadas y, por tanto, en mayor mortalidad».
Según datos de la SEMI, la obesidad sarcopénica es más frecuente en los mayores de 65 años, ya que la sarcopenia aparece con el envejecimiento, en las personas con obesidad y en pacientes con comorbilidades asociadas, fundamentalmente diabetes tipo 2, pero también insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular, enfermedad renal crónica o con patologías pulmonares. «En diabéticos la sarcopenia se relaciona con peor control metabólico debido a un peor metabolismo periférico de la glucosa en el músculo y una mayor resistencia a la insulina. Además, hay que tener muy en cuenta que los fármacos que se usan para el tratamiento de la diabetes, como las sulfonilureas, tienen un efecto muy deletéreo sobre el músculo y los nuevos fármacos, cuyo mecanismo de acción es la pérdida de peso, esta se produce en un porcentaje variable –que puede llegar al 20% en algunos casos– en forma de pérdida de masa muscular si no se establece un tratamiento nutricional y ejercicio físico de resistencia de forma concomitante», advierte Carretero.
Por ello, tal y como insiste la presidenta de la SEMI, el mejor abordaje de la obesidad sarcopénica es la prevención. «Esto significa educar en la necesidad de mantener una correcta masa muscular durante toda la vida, tanto en calidad como en cantidad. Y se consigue, tanto en su prevención como en su tratamiento, con dos pilares: el primero con una dieta equilibrada con un correcto aporte de proteínas de alto valor biológico, como la dieta mediterránea, y como segundo pilar el ejercicio físico, que ha de realizarse durante toda la vida combinando actividad aeróbica y de resistencia muscular», aconseja la presidenta de la SEMI, quien hace hincapié en que «sería muy recomendable poner el foco en el músculo además de en el exceso de grasa corporal. Así, evitaríamos someter a las personas con obesidad a dietas restrictivas que solo buscan la pérdida de peso sin importar qué tipo de peso se pierde, si es masa grasa o muscular».
Trabajar todos los frentes
El mejor ejemplo de que el abordaje de la obesidad debe cambiar en nuestro país de manera urgente es que 14 sociedades científicas españolas se han unido para publicar la «Guía Española GIRO: guía del manejo integral y multidisciplinar de la obesidad en personas adultas», una obra «que pretende aportar las herramientas para transformar el abordaje de la obesidad en nuestro país de la mano de todos los expertos implicados en ella, pues se trata de una enfermedad muy compleja y multifactorial en la que intervienen circunstancias muy diversas, desde económicas y sociales hasta factores ambientales y de salud. Por ello exige un trabajo multidisciplinar», reconoce Malagón.
La guía GIRO es el resultado final de un trabajo colaborativo entre especialistas de diferentes áreas y representantes de pacientes. Y en ella la obesidad sarcopénica también tiene su lugar, «pues se trata de un problema en auge, que cada vez vemos más en la consulta, pues el envejecimiento de la población y el aumento de la obesidad se convierten en la tormenta perfecta, de ahí que sea fundamental apostar por una pérdida de peso que proteja la masa magra y la función muscular. Es un error pensar solo en el peso», asegura Malagón.
En la nueva guía, que se presenta oficialmente hoy con motivo del Día Mundial, se anima a trabajar la obesidad desde múltiples frentes para lograr un cambio de paradigma, reivindicando su comprensión como una enfermedad crónica. «Es una guía hecha para profesionales y también para pacientes, pero con la intención de que las administraciones y los políticos puedan tomar decisiones adecuadas partiendo de la situación real en la que estamos, que cada vez es más crítica. Desde hace años se dice que la obesidad es la epidemia del siglo XXI, pero ya va camino de convertirse en pandemia», lamenta la presidenta de la Seedo.
Y esa pandemia también deja secuelas psicológicas, de ahí que la obesidad tiene un impacto negativo en la persona con convive con ella, no solo por las comorbilidades clínicas, sino también a nivel psicológico y social. Por ello, desde SEMI van a poner en marcha el estudio «Stigma», pues «estas personas se enfrentan a un estigma social generalizado que erróneamente considera que la obesidad se deriva de la falta de disciplina de quien la padece. Con este trabajo queremos sacar a la luz este problema y valorar cuál es el nivel de estigma y su repercusión en las personas con obesidad atendidas en las consultas de medicina interna, pues creemos que este estigma es diferente en las personas valoradas en consultas especificas», reconoce Carretero.