“Yo decidí hacer Simón porque me sentía culpable”, explica el director Diego Vicentini sobre la denuncia al panorama político y social de Venezuela a través de su primera película. Aunque emigró a los 15 años a Estados Unidos, no cerró los ojos a lo que ocurría en su país natal. Los cuatro meses de intensas protestas contra el régimen chavista en 2017, y la violenta represión a los manifestantes, se quedaron grabados en su memoria. “Vivir desde lejos todo lo que ha pasado el país, por todo lo que ha pasado nuestra gente y, en particular, ver a mi generación salir a la calle y arriesgar sus vidas por esa libertad, por el cambio que queremos”, cuenta el cineasta en un clip de producción.
Por: Infobae
Proyectada en julio del 2023 en el Festival de Cine Venezolano en la ciudad de Mérida, Simón es un largometraje que ha conectado con dolorosos recuerdos de centenares de familias. El protagonista, cuyo nombre da título al filme, es un joven estudiante que fue detenido y torturado durante las protestas callejeras. Para salvarse de la persecución, se ve obligado a salir del país y solicitar asilo en Miami. Es en esa ciudad donde transita por el sentimiento de culpa al haber dejado a sus compañeros atrás. El dilema está ahí: si obtiene el asilo, no podrá regresar más a su país.
El relato inspirado en eventos reales fue seleccionado para competir en la categoría de Mejor película iberoamericana en los Premios Goya de 2024. Tras su paso limitado en salas de cine, ya está disponible para streaming en Netflix.
El contexto detrás de “Simón”
La ficción explora una aflicción todavía presente. Según el Foro Penal Venezolano, el periodo de protestas en 2017 contra la dictadura dejó 50 muertos, casi 3000 heridos y más de 1300 detenidos. El panorama también ha sido evaluado por la ONU a través de la Misión de Determinación de los Hechos sobre lo que ocurre en Venezuela, cuyos investigadores han recogido casos de detenciones arbitrarias y torturas.
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