Hasta el final, por Carlos Valero

Hasta el final, por Carlos Valero

La primaria opositora en Venezuela demostró que el pueblo venezolano está decidido a cambiar, y que para ello eligió la vía del voto, favoreciendo ampliamente a nuestra candidata María Corina Machado.

Es ella precisamente, quien tiene la principal responsabilidad de liderar y encauzar la fuerza ciudadana, para llevarnos a un triunfo gigantesco, imposible de ser desconocido el 28 de julio.





En el pasado, las fuerzas democráticas hemos cometido múltiples errores. ¿El más destacado de ellos? Quizás ha sido la incapacidad de actuar con una coordinación estratégica, lo que resulta distinto a la idea de una unidad monolítica, necesaria para enfrentar a un adversario experto en desconocer y cambiar las reglas, y que sobre todo utiliza nuestra ortodoxa defensa de las leyes y principios democráticos para demolernos.

Para la élite hegemónica, hemos sido predecibles, descifrables y en consecuencia presa fácil del autoritarismo. Una y otra vez llamamos, por ejemplo, al boicot electoral, allanándole el camino a Nicolás Maduro y su predecesor, para que ganen sin mayores problemas.

Otro error ha sido permitir la excesiva internacionalización de nuestro conflicto político, como si la solución estuviese en Washington, Bruselas, Madrid o Bogotá. Por supuesto que deben seguir haciéndose denuncias permanentes ante todos los foros, pero también se debe tener claro que ello no es una llave que abre la puerta de la democracia en el país. Las autocracias modernas han aprendido a vivir en otras esferas y basta ver cómo en nuestras zonas turísticas, y pronto posiblemente en todo el país, las señales de tránsito que indican rutas hacia aeropuertos o zonas de interés son escritas en chino, iraní, ruso y en último lugar en inglés. Y es que claramente, Maduro y su modelo han hecho lo posible por alejarse de Occidente y concentrarse en alianzas estratégicas con los adversarios del mundo libre y moderno. Por lo que, evidentemente, lo que digan en esas capitales arriba mencionadas, al madurismo no le importa absolutamente nada, a excepción de lo que ya conocemos: sanciones y petróleo, por cierto, con las sanciones ya han aprendido a vivir.

De tal modo que la solución a nuestra crisis debería tener, desde mi opinión, una relación de 80% del tiempo invertido en trabajo en el plano interno, 20% en el plano internacional.

Alcanzar la transición política en Venezuela no se trata sólo de popularidad o apego a principios democráticos. Todos quienes tenemos más de 20 años luchando contra este sistema empobrecedor hemos dado muestras a fondo de esos principios y valores. Pero, para que la transición sea posible, debemos visualizar el proceso en forma global: Maduro y su coalición, nuestra realidad política interna, la geopolítica y cuáles serían esas verdaderas fortalezas que nos permitirán avanzar.

Mucho se habla en teorías sobre la transición de disminuir costos de salida y aumentar costos de permanencia. Ahora, ese proceso es simultáneo y no necesariamente opera como una ciencia exacta.

El tema de disminución de costos de salida pareciera ser más evidente, pero encierra unos dilemas morales. No me voy a detener a mencionar las experiencias de Chile, España, Sudáfrica, la primavera Árabe o inclusive la caída del muro de Berlín, por un tema de extensión, pero queda absolutamente claro, que en todas ellas la negociación fue fundamental. Por suerte, hoy en nuestro país ya nadie la sataniza. En consecuencia, con Maduro y su poder real, hay que negociar. Se está haciendo, pero él la vacila, se burla y hace en la práctica lo que quiere, típica práctica autoritaria. Ahora sin negociación, nunca será creíble la máxima disminución del costo de salida.

Hoy en día, acceder a medios de comunicación, tener financiamiento, contar con el apoyo de gremios, interlocución con las instituciones establecidas es casi nulo. Es decir, debemos ser mucho más estratégicos y hábiles para poder utilizar nuestra verdadera fortaleza, organizar al país en torno al voto.

Con esto quiero dejar claro que la política de máxima presión, aislamiento y sanciones no funciona y difícilmente lo hará en el futuro. Lo confirman los más de 7 millones de venezolanos, más allá de nuestras fronteras, con la inmensa mayoría de ellos jóvenes que apostaban por el cambio y que Maduro indujo a que salieran del país.

En la actualidad, nuestro petróleo ha dejado de tener peso estratégico en la relación con la región y el mundo, siendo sustituido por el problema que genera la masiva migración de nuestros hermanos. Y es que, el éxodo masivo le ha servido a Maduro para tener menos presión interna política, menos venezolanos a los cuales proveer servicios, entradas de remesas y la guinda de la torta: la región entendiéndose con él para atender el drama del Darién, el de los buses de Texas a New York o los asesinatos y violencia del Tren de Aragua. Seguir en esta vía no parece ser lo más sensato para avanzar.

Entonces, ¿cómo darle contenido práctico y útil a la frase hasta el final? Parece de sentido común: prohibido salirse de la ruta electoral, construir una coordinación estratégica capaz de enfrentar las trampas, establecer una dirección estratégica, en torno a lo que existe: la Plataforma Unitaria y sus fuerzas políticas, y en medio de ese mar de dificultades, competir el 28 de julio para comenzar, una vez obtenido el triunfo, una transición pacífica y democrática.

@CarlosValero08