Diciembre fue un mes luctuoso para los habitantes de Buchuaco, una población falconiana a cinco kilómetros al norte de Adícora. Según los testimonios recabados por la policía judicial, entre el sábado 9 y el domingo 10 zarparon dos grupos en sendos peñeros, que intentarían ganar las costas de Aruba.
Por Javier Ignacio Mayorca | Crónicas del Caribe
Uno de los botes nunca llegó. Para las autoridades, nueve hombres y una mujer quedaron en calidad de desaparecidos. Algunos de sus cadáveres fueron recuperados en playas de la isla caribeña.
Este fue, quizá, el caso más grave de desapariciones de personas que intentaban salir de Venezuela a través de la frontera marítima, debido a la cantidad de nombres. Pero no fue el único.
Solo el año pasado se denunció ante los cuerpos de seguridad de Falcón y Delta Amacuro la posible muerte de 45 personas que se dirigían a islas del Caribe. De ellas, 35 zarparon de playas falconianas.
Mientras esto sucedía, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) advertía en un documento sobre los riesgos que deben afrontar los venezolanos que se lanzan a las aguas en la búsqueda de un mejor futuro.
Según esta “evaluación rápida”, elaborada por la asistente de proyectos para América Latina de la OIM, Claribel Miranda, una de las dos fuentes de riesgo para ellos es “la posibilidad de naufragar tratando de atravesar los escasos kilómetros que separan a las islas de las costas venezolanas”. La otra: caer en poder de las redes de trata de personas con fines de explotación sexual.
Ambos riesgos están vinculados, pues a menudo quienes se encargan del tráfico de los migrantes actúan en complicidad con los individuos que los someterán a condiciones de esclavitud en la llegada.
El informe de la OIM se basó en una encuesta de opinión calificada, llevada a cabo entre 25 “gestores de casos”, es decir, personas encargadas de brindar atención a quienes salieron de Venezuela.
En los casos de la emigración hacia Aruba, Curazao, Bonaire y Trinidad y Tobago, indica el reporte, la vulnerabilidad se acrecienta porque la mayoría viaja “de manera irregular, ya que no cuenta con los recursos necesarios para acceder al territorio por vías seguras”.
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