Enigma sin explicación: un tronco de árbol lleva flotando de pie casi 130 años en Oregón

Enigma sin explicación: un tronco de árbol lleva flotando de pie casi 130 años en Oregón

Desde hace más de un siglo, el tronco de un árbol flota erguido en las aguas del lago del Cráter, en Estados Unidos. Apodado “el viejo del lago”, desafía todas las leyes de la física.

 

Ver un tronco flotando sobre las aguas de un río no es ninguna novedad. Pero quienes visitan el Parque Nacional del Lago del Cráter, en Oregón, pueden admirar un fenómeno fuera de lo habitual.

Por Clarín 

El tronco que se asoma se yergue verticalmente como si sus raíces estuvieran ancladas al fondo. Su altura, nueve metros, no cubre la profundidad del lago.

El enorme trozo recibe el apodo de “el viejo del lago” y lleva casi 130 años surcando las aguas del lago. Han sido varios los científicos que lo han estudiado desde su descubrimiento en 1896, pero todavía no han encontrado la explicación a un fenómeno que desafía completamente las leyes de la física.

El primero en divisar al navegante leñoso, que sobresale unos 1,2 metros sobre la superficie y puede aguantar el peso de un hombre de pie, fue el geólogo y explorador Joseph Diller. En 1902, Diller publicó el primer artículo científico sobre el “viejo del lago”, donde explicaba que el tronco había recorrido unos 400 metros durante los cinco años siguientes al avistamiento. Según un estudio posterior, el tronco aceleró su ritmo entre el 1º de julio y el 30 de septiembre de 1938 y avanzó casi 100 kilómetros en sólo tres meses gracias al impulso de corrientes y vientos.

Cortesía

 

Aunque tenga la mayor parte de su volumen sumergido, el Viejo del Lago puede desplazarse incluso en contra del viento, según señalan empleados del Parque Nacional donde se encuentra.

Pruebas indican que el tronco tiene 450 años

Pruebas hechas con Carbono 14 demostraron que el tronco tiene al menos 450 años de antigüedad. El lago del Cráter se formó hace unos 7.700 millones de años tras el colapso del volcán monte Mazama.

La reserva de agua, que hoy forma parte de un parque natural homónimo, tiene actualmente unos 592 metros de profundidad que la convierten en la más profunda de Estados Unidos y la novena del mundo. En su interior escasea la vida: apenas crecen las algas o las especies vegetales, y tampoco hay sedimentos en el suelo, de ahí el color azul oscuro de sus aguas.

Uno de sus pocos pobladores, una especie de musgo del género Fontinalis sp. que crece a unos 120 metros de profundidad, habita también en el misterioso tronco, lo que sugiere que el madero tuvo que estar en contacto con aguas más profundas en los últimos 120 años. Pero la pregunta del millón es: ¿cómo logra mantenerse erguido?

No existe ninguna teoría definitiva, pero los científicos han elaborado diferentes hipótesis. Algunos sugieren que al caer al agua hace más de un siglo, las raíces del tronco se cargaron de piedras cuyo peso lo habría mantenido en esa posición. El problema es que actualmente no hay ninguna roca, lo que desacredita esta idea.

Otros señalan que, con el tiempo, la parte sumergida del madero habría ganado densidad y aumentado de peso mientras la zona aireada ha permanecido seca todos estos años. No hay pruebas de esta hipótesis y como dice el ecologista del Parque, Mark Buktenica, “estoy bien sin saberlo”.

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