En una mañana sombría del 11 de septiembre de 1982, un macabro descubrimiento sacudió a la ciudad de Quito. En el antiguo zoológico de la ciudad, un guardia llamado Floresmilo Bolaños se topó con un horror indescriptible: el cuerpo mutilado de Iván Egas –un estudiante universitario de 23 años– yacía dentro de la jaula de los leones. La escena era dantesca: Los felinos devoraban su cadáver, las crías esperaban su turno y una hembra jugueteaba con un zapato de Egas.
Por: Infobae
Las autoridades, inicialmente, atribuyeron la muerte de Egas a un trágico suicidio. Según la versión oficial, el joven habría ingresado a la jaula en un estado de embriaguez y depresión, siendo atacado por los leones. Sin embargo, las numerosas inconsistencias en el caso y los testimonios surgidos de la comunidad apuntaban hacia un oscuro complot de asesinato.
La historia que copó los titulares de los diarios locales de aquella época se viralizó recientemente en X (antes Twitter). David Revelo, un usuario que elabora hilos sobre crímenes e historias impactantes, desarrolló un trabajo investigativo basado en los archivos hemerográficos del país para reconstruir el suceso. En conversación con Infobae, Revelo indicó que elabora los hilos porque le gusta escribir, pero reconoce que “todas estas historias siempre están enmarcadas en problemas de fondo más fuertes y atemporales, hay cosas que son cíclicas creo y pasan sin importar la sociedad ni la época: la impunidad, el abuso de poder, la muerte en si misma, el dolor, la alegría y esas cosas universales son lo que me gusta resaltar en lo que cuento”.
Los primeros rumores del crimen se centraron en el teniente del ejército Pedro Larenas, quien presuntamente había planeado la muerte de Egas debido a una presunta relación entre éste y su esposa, Lilia. Testimonios indicaban que Larenas había utilizado recursos militares para seguir a Egas la noche de su muerte, en un intento de venganza celosa.
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