Cuando en 2019 la petrolera estadounidense ExxonMobil se mudó a un edificio de siete pisos en Duke Street en Georgetown, la capital de Guyana, Christine Rudder, de 23 años, pensó como muchos de sus colegas que finalmente había llegado el momento de su generación.
Por: BBC
El país, entonces uno de los más pobres del mundo, estaba a punto de iniciar la exploración comercial de petróleo.
Christine estaba especialmente emocionada porque vive en la misma calle que la petrolera, a sólo 200 metros de distancia.
Cinco años después, el optimismo ha dado paso al pesimismo.
Dice que no pudo conseguir ninguno de los empleos que genera el petróleo y, para sobrevivir, vende bocadillos y dulces en un puesto improvisado en la acera de su casa, desde donde se pueden ver la fachada del edificio de Exxon Mobil y las lujosas camionetas en las que transportan a sus empleados y ejecutivos.
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