Le tocó a la Universidad de Los Andes. La deriva totalitaria insiste también contra la educación. Al parecer, en la Universidad Central de Venezuela era y es otra la cosa. Allí les interesaba elegir nuevas autoridades por distintos motivos y tenían chance de colarse por los vericuetos. La importancia y el hecho de que varios de los ministros del régimen sean parte como profesores o egresados incidió seguramente en la decisión de proceder a permitir y a propiciar, sin duda, los comicios.
Antes habían paralizado las de la Universidad de Carabobo. También la del gremio de profesores, las de la asociación de profesores allá. Elegir no es el tema fuerte, cuando se afianzan estos regímenes brutales y antidemocráticos. Ya lo demuestran con las elecciones nacionales, los impedimentos y las persecuciones y prisiones, con la represión copiada de Nicaragua, Cuba o Rusia, sus medio pares ideológicos y de actuación política.
De este modo, se alejan mucho más las posibilidades de realización de eventos electorales para sustituir autoridades con el tiempo de sus mandatos vencidos, no porque las actuales autoridades así lo quieran, sino por órdenes de tribunales a la disposición de quienes desconocen aquello de la separación de poderes. Para quienes consideran que el poder es uno sólo, centralizado y en sus manos, para no soltarlo nunca ni después de muertos, como una heredad aristocrática.
Las universidades, los universitarios, esperamos poder elegir, renovar. Algunos han muerto en sus funciones en esta resistencia agobiante, otros, hartos ya de las limitaciones de sus planes de vida, se cansan y se van, se obstinan y se van, se hartan de todo y se van, como ocurrió con el secretario de nuestra USB, quien ya presentó su renuncia luego de tantos años de entrega. En el caso de ésta nuestra universidad resulta más patético el asunto. Las autoridades designadas por el CNU se empeñan en terminar de destruir lo que va quedando, a pedazos. Pero, como comulgan bien con el régimen que por eso los designó, no hacen ni la más mínima muestra de intención de querer llamar a elecciones. No sienten la presión de la comunidad universitaria, por alta que sea, como es. Están atornillados, porque Universidad Bella campea a sus anchas en sus negocios.
No permitir las elecciones en las universidades constituye otra muestra del miedo, de la cobardía, de un régimen que teme nuevos liderazgos, que teme renovaciones, que teme la sola idea de que se llegue a pensar en cambios y sus incidencias en la política nacional. Así, las universidades podrán hacer elecciones solo cuando quienes manejan el poder actualmente sientan que pueden avanzar allí políticamente. Pero los universitarios tenemos talante democrático y de libertades, conocedores como somos de la trama del régimen. Resulta muy díficil así que se logren las tan deseadas elecciones. Debemos insistir por todos los medios en la exigencia permanente. No hay roca que resista el golpe del cincel diario.