“Esto es para todos ustedes que están ahí esta noche, buscando un sueño: ¡nunca se rindan! Jamás escuchen a nadie cuando intente desanimarlos porque van a hacerlo, ¡créanme!”, fue el consejo que dio a sus fanáticos al llenar el Madison Square Garden con sólo 26 años.
Cynthia Serebrinsky
Posiblemente, es la estrella del pop más popular y exitosa de todos los tiempos. Pero a pesar de los logros de su vida y su carrera, también ha habido algunas notas amargas. Habló con el fantasma de Marilyn Monroe, logró superar abusos, el racismo y el sexismo. Mariah Carey, quien hoy cumple 55 años, se enfrentó a la tragedia desde su infancia.
El peso de ser diferente
Mariah Carey nació en Long Island, Nueva York, el 27 de marzo de 1969. Hija de una mujer blanca, Patricia Hickey (irlandesa-estadounidense), y un padre afroamericano-venezolano, Alfred Roy Carey, Mariah se enfrentó tristemente a la ira de los racistas cuando crecía. En una entrevista con Oprah Winfrey, Patricia reveló que su propia madre se sintió decepcionada cuando anunció su compromiso con un hombre afroamericano y terminó repudiándola cuando se casó con él. “Por años y años ni siquiera les dijo a sus hermanos y hermanas que yo estaba casada”, reveló la madre de Mariah.
Los Carey también lidiaron con la discriminación racial de sus vecinos, quienes llegaron a disparar contra sus ventanas. “Pasaron por momentos muy difíciles antes de que yo naciera. Envenenaron a sus perros, incendiaron y volaron sus coches. Eso instaló una tensión en su relación que nunca terminó. Siempre hubo esta tensión. Simplemente peleaban todo el tiempo”, contó la cantante a The Week sobre el divorcio de sus padres. Pero no fue hasta que Mariah, de 6 años, llevó a una amiga a la casa de su padre, cuando notó que su aspecto era diferente al de los demás en su barrio, predominantemente blanco. Mariah contó a The Guardian que su amiga empezó a llorar al ver a su padre y, aunque trató de consolarla, la realidad del racismo se hizo evidente para ella. “Humildemente me gustaría convertirme en una inspiración para los niños birraciales, que son la población del nuevo milenio. Soy todo y nada al mismo tiempo: blanco, negro y latino. Si he conseguido que me acepten, los demás también podrán hacerlo”, se sinceró la estrella.
Siendo una chica afroamericana de piel clara que solía ser identificada erróneamente como blanca, Mariah contó a Vulture la vergüenza que sentía al tener que vivir en barrios blancos, donde nadie era visiblemente de color. Fueron estas experiencias las que le inculcaron sentimientos de soledad y de no pertenencia. En consecuencia, crecer en un entorno intolerante la llevó a cuestionar su propia identidad, como dijo a The Guardian, “Soy muy insegura sobre mi aspecto, y siempre lo fui por ser mestiza. De niña me sentía muy fuera de lugar y no me sentía linda”. De hecho, también conversó con Variety sobre su aspecto físico, diciendo, “No sé por qué, pero todo el mundo piensa que soy baja. Cuando me ven por primera vez, las mujeres siempre se sorprenden al verse obligadas a levantar la cabeza”.
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