RAJESH KUMAR SINGH AP
El espectáculo electoral arranca el 19 de abril, pero los resultados no se sabrán hasta el 4 de junio. El nuevo Parlamento se elegirá en siete fases. Se presentan más de 2.400 partidos políticos y alrededor de 970 millones de personas están registradas para votar en más de un millón de colegios que abrirán incluso en los rincones más remotos e inaccesibles del país. Para alcanzar las aldeas del desierto, las urnas se llevarán en camello. Las mulas cargarán con las papeletas para llegar por caminos de tierra y roca hasta las más aisladas poblaciones montañosas. Y en las selvas, los elefantes serán los transportistas.
Por: El Mundo
Este gigantesco y complejo ejercicio electoral sólo puede ejecutarse en el país que se presenta como la mayor democracia del planeta. En la vasta y diversa India ya calientan motores para celebrar las elecciones más grandes que existen, con un 10% de la población mundial convocada para elegir a los 543 miembros de la Cámara baja, la conocida como Lok Sabha.
Como cada cinco años, el país más poblado del mundo celebra unas impresionantes elecciones en las que no se espera ninguna sorpresa en el resultado final: el primer ministro Narendra Modi (73 años) revalidará un tercer mandato consecutivo. Todas las quinielas apuntan a una cómoda victoria para su partido, Bharatiya Janata (BJP), de corte nacionalista hindú cada vez más extremo.
El BJP es la formación política más grande del país -y del mundo, con 180 millones de miembros-, pero está muy lejos de tener una amplia mayoría popular. Controla únicamente la mitad de los 28 estados. Aun así, prácticamente ningún analista político indio duda de la victoria segura del partido de Modi en los comicios. Según la mayoría de encuestas, se prevé que el BJP obtenga más de los 272 escaños necesarios para formar Gobierno.
Ni siquiera la súper alianza que han formado dos docenas de partidos de la oposición -encabezada por el Partido del Congreso, la formación que ha gobernado el país en 54 de sus 76 años desde la independencia, pero cuya popularidad está ahora en mínimos históricos- moverá de su silla a un líder cada vez más venerado por una ferviente marea ultranacionalista.
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