Se especula mucho en el círculo íntimo chavista sobre el posible amor del comandante Chávez con quien fuese en su momento su guardaespaldas, chofer y posteriormente canciller: Maduro. Viajaron juntos por Venezuela, por América, por el mundo. Compartían secretos, cantaban, se consentían mutuamente. Nada extraña ni extravagante sería tal posibilidad, tampoco algo que merezca repudio. Es normal. Tampoco sería la primera vez en la historia de la humanidad que un platónico amor homosexual fuese protagonizado por dirigentes políticos: Epaminondas, Alejandro Magno, Julio César, Adriano, Calígula, entre otros.
El problema no es que el dictador Chávez seleccionase a su predilecto como sucesor, el problema que éste haya recrudecido las políticas de su antecesor hasta llevar al país a la ruina. Formado por lo cubanos, inculto y agreste como es, no le ha quedado otra manera de conservar el poder sino el uso brutal de la fuerza para doblegar la crítica.
Algo especial sí tiene Maduro: su capacidad de intrigar y su cinismo. Es un intrigante como ninguno, tal cual lo fue Stalin. Por eso logró escabullirse en la alcoba del dictador y garantizarse el cetro venezolano. No sabe gobernar ni lo sabrá jamás, sabe ser un dictador cruel y sanguinario, que ha usado el poder para enriquecerse, enriquecer a su familia y a sus allegados, ha convertido el poder venezolano en una pocilga de corruptos.
El rechazo contra él es total, tanto chavistas como oposición lo detestan, sin embargo, a él y a su predilecto Jorge Rodríguez les importa poco esta circunstancia. A ellos, a Diosdi Cabello, a Padrino López, etcétera, lo que les interesa es adueñarse del tesoro nacional y conservar el poder a cualquier precio.
En el episodio Maduro, el predilecto del dictador se observa como este personaje sin cultura y conocimiento llegó al poder por “amor” y lo dejará por el odio que ha creado
Nota: hoy domingo 31 de marzo no te pierdas Maduro, el predilecto del dictador, por el canal de YOUTUBE.COM, CHAVISMOLAPESTE (el canal de la memoria).
Compártelo, el país nos grita, la historia nos obliga. No es tiempo de líderes, es tiempo de próceres…
¡Viva la libertad! ¡Viva Venezuela!