La verdadera historia de Rudolf Höss, el comandante nazi a cargo de Auschwitz retratado en “La zona de interés”

La verdadera historia de Rudolf Höss, el comandante nazi a cargo de Auschwitz retratado en “La zona de interés”

Rudolf Höss, más que un seguidor de Adolf Hitler, fue un arquitecto de la muerte en el régimen nazi.

 

En el corazón de Europa Central, Rudolf Höss y su familia vivían una existencia aparentemente idílica mientras la Segunda Guerra Mundial arrasaba el continente. “La voluntad de mi familia era mi ley”, escribió Höss en sus memorias, en las que también se jactó del jardín de su esposa, que florecía como un vergel. En ese paraíso terrenal, se enorgullecía, sus cinco hijos jugaban con tortugas, gatos y lagartos en su villa cerca de Cracovia, Polonia.

Por infobae.com





Sin embargo, esta apacible escena doméstica ocultaba una realidad sombría: Rudolf era el oficial nazi a cargo de Auschwitz, el campo de concentración y exterminio donde los nazis mataron a aproximadamente 1,1 millones de personas, la mayoría judíos europeos.

El impacto de esta dualidad, un hogar apacible con jardines florecientes justo más allá de los altos muros que ocultaban una de las mayores atrocidades de la humanidad, forma el núcleo de La zona de interés (The Zone of Interest), una película dirigida por el cineasta británico Jonathan Glazer, basada en una novela de Martin Amis. A diferencia de otros pilares del cine sobre el Holocausto, esta obra no retrata explícitamente los horrores de la vida y la muerte a manos de los nazis. En cambio, se basa en el poder de la sugerencia, insinuando el asesinato masivo a través de breves vistazos de las chimeneas de los crematorios y una banda sonora ambiental salpicada de disparos y gritos.

La película se adentra en las vidas cotidianas de la familia Höss, y veladamente va exponiendo su complicidad en los crímenes cometidos. Muestra, por ejemplo, a Hedwig Höss en el momento de probarse un lujoso abrigo de piel que fue robado a una mujer asesinada, o a su hijo mayor, Klaus Höss, mientras examina dientes postizos arrancados de los judíos asesinados en las cámaras de gas. Estas escenas ilustran la intrincada telaraña de responsabilidad y negación en la que se enreda la familia Höss, viviendo en la proximidad de la brutalidad sin precedentes de Auschwitz, pero separados por los altos muros de su villa.

Rudolf Höss no era un hombre del montón que había capitulado ante las circunstancias; era, de hecho, un arquitecto de la muerte, un hombre que, lejos de limitarse a seguir órdenes, innovó en el arte del exterminio masivo. Como un Jano bifronte, Höss dividía su existencia entre la de un devoto cabeza de familia y la de un despiadado comandante nazi.

Nacido en el umbral del siglo XX, en 1900, en el seno de una familia católica alemana, Höss fue moldeado por el fervor y las contradicciones de su tiempo. La Primera Guerra Mundial, lejos de ser un episodio aislado en su juventud, se convirtió en una escuela de brutalidad y lealtades extremas, marcando el inicio de un viaje que lo alejaría de cualquier vida convencional.

Con los ecos de la guerra resonando aún en el aire, Höss encontró en el movimiento nazi una causa que parecía prometer restaurar el orgullo y la posición de Alemania en el mundo. Su adhesión al Partido Nazi fue más que una decisión política; fue una apuesta total por una visión del mundo, una que lo llevaría de las trincheras a los salones de poder dentro del régimen de Adolf Hitler. Su encuentro con él en 1922 fue, según sus propias palabras, revelador, y pronto las filas de las SS —el cuerpo de élite dentro del nazismo— serían el escenario de su ascenso.

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