A Luis Manuel Marcano
Continua, extendida y prolongada, la diáspora venezolana no ha suscitado todo el debate que merece dada la profundidad y trascendencia del drama. Pendiente, como otros asuntos, el régimen está diseñado para obstaculizarlo, contaminarlo, confundirlo, enrarecerlo, y, por ello la importancia de una data avalada y aportada por instituciones muy serias que sobreviven a la actual situación.
Lucen variados los aspectos de la migración internacional que ha llamado la atención del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, en atención a su consabida y esperada radiografía social de Venezuela: ENCOVI 2023, de reciente circulación. Por ejemplo, ahora tenemos una menor concentración de nuestros paisanos en Colombia y Perú, a favor de España y Estados Unidos, siendo Chile el tercer país receptor; la preeminencia del migrante masculino, o la moderada disminución de las remesas en relación a 2021.
Llama la atención el aumento del flujo migratorio de personas con educación media completa o menos, en contraste con el período dominado por aquellas de un alto perfil educativo (2012-2017). Faceta que, en sí misma, generaría también una polémica de fondo sobre el futuro venezolano, por citar un caso, conjeturamos que ya es cada vez más difícil conseguir plazas para el desempeño profesional de la medicina en el extranjero, forzados también los galenos al ejercicio de otros oficios.
Envejecen los nuestros por distantes la latitudes, predominando aquellos que están entre 30 y 49 años de edad, en contraste con 2017 que lo hicieron los comprendidos entre 15 y 29 años. Además, siendo tan bajo el porcentaje de los planes concretos de retorno (18%), claro está, debido a la permanencia del régimen socialista, además de los familiares, tememos por quienes definitivamente se queden afuera, sean o no amigos personales; aún más, los que no regresan debido a la persecución y la represión.
Un tejido interminable de circunstancias, puede prolongar más esa estancia que supusimos provisional, y, como le ocurrió a Andrés Bello, después de tantas necesidades y vicisitudes que no le permitieron volver a Venezuela, siguió de largo junto a la familia, contratado por el gobierno de Chile. Y huelga comentar todos los extraordinarios aportes que hizo al gran país del sur, timbre y motivo de orgullo de los venezolanos.
Y es que caminando hacia el salón en el que se celebró el otorgamiento del doctorado honoris causa a Virginia Betancourt, en la sede de la UPEL, nos detuvimos por un instante frente al busto de Bello, aunque no encontramos el nombre del autor de la pieza. Pensamos en los coterráneos que hoy están por allá, en Chile, y que, así lo quieran, no pueden regresar por ahora.
Llegará el día del retorno, don Andrés. Volverás, a través de los compatriotas de buena voluntad, dispuestos a reconstruir la Patria.