Qué hay detrás de los libros encuadernados con piel humana

Qué hay detrás de los libros encuadernados con piel humana

El ejemplar de “Des destinées de l’ame” que tiene Harvard.

 

Vamos a hablar de un tema que te puede dar escalofríos: libros encuadernados con piel humana. Seguramente viste la noticia, hace unos días: la Universidad de Harvard retiró de su biblioteca un libro encuadernado con la piel de una mujer. Hablaron de “fallos del pasado”. Y afuera. Hicieron, eso sí, el trabajo de escanear el contenido. Pero teniendo cuidado de no poner esas tapas ni de manera digital.

Por infobae.com





Se trataba de un libro del siglo XIX titulado Des destinées de l’ame (Destinos del Alma). Su dueño había sido un médico, Ludovic Bouland, quien lo había hecho encuadernar con piel que había tomado de la espalda de una paciente en el hospital donde trabajaba. La había guardado por años, bien conservada. Creyó que Des destinées de l’ame merecía el honor. “Si se mira con atención, se distinguen fácilmente los poros de la piel”, escribía Bouland a mano, en la portada. “Un libro sobre el alma humana merece que se le dé ropaje humano”.

Bueno, con criterios del siglo XXI, el libro no está más ahí ni en ningún lado. Lástima: el pasado no se borra, no desaparece barriéndolo bajo la alfombra. Conservar, estudiar, recordar, sirve para pensar en la evolución de nuestras ideas, de nuestros sentimientos, de nuestras acciones. Estas cosas pasaron, el libro no es el único y ¿sabes qué? Los que las llevaron adelante no fueron monstruos nazis. Fueron respetables doctores, a veces amantes de los libros raros.

De mucho de esto me entero porque hay una bibliotecaria estadounidense que se dedicó a estudiar la bibliopegia antropodérmica, la técnica de encuadernación con piel humana. Se llama Megan Rosenbloom y escribió Dark Archives (Archivos oscuros) un libro donde cuenta sus hallazgos, algunos alcanzados con técnicas detectivescas y en el borde de la legalidad. Con su equipo, ya identificaron unos 50 libros de estas características en colecciones públicas y algunos más en manos privadas.

Todo empezó en 2008 en el Museo Mütter del Colegio de Médicos de Filadelfia. Megan veía vitrinas donde veía por ejemplo el hígado de unos siameses o un intestino larguísimo. Ella estudiaba biblioteconomía. Y los libros, claro, la atraían más que nada. Entonces, cuenta (la traducción es mía): “En el segundo piso se encontraba una vitrina de vidrio discreta con libros encuadernados en cuero. Como estudiante de biblioteconomía que estaba enamorándose de los libros raros, me pareció peculiar ver una fila de ellos exhibidos con sus cubiertas cerradas. Cuando noté los subtítulos dentro de las vitrinas, jadeé y miré a mi alrededor, como si buscara a alguien que corroborara lo que estaba viendo. El texto afirmaba que estos libros, y una billetera de cuero junto a ellos, estaban hechos de piel humana”.

Más leía, más se impresionaba: un doctor, Joseph Leidy, se había hecho una copia de un tratado de Anatomía con la piel de un soldado de la Guerra Civil.

Podría imaginar a un asesino serial haciendo objetos con restos humanos y conservándolos como trofeos. ¿Pero un médico?”, se pregunta en el libro. ¿Alguna vez eso había sido socialmente aceptable? ¿Un médico podía hacer lo que quisiera con el cuerpo de un paciente?

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