Cerca de 1,3 millones de personas murieron por hepatitis viral (A, B, C, D o E) en el mundo en 2022, un aumento de 200.000 defunciones en solo tres años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) atribuye a que el número de pacientes diagnosticados y en tratamiento se ha estancado.
En un nuevo informe presentado por la agencia sanitaria este martes se analiza por primera vez la epidemiología de las hepatitis víricas, es decir la forma en que se ha expandido esta enfermedad a nivel global.
El análisis, con datos de 187 países, indica que 254 millones de personas vivían con hepatitis B y otros 50 millones con hepatitis C en 2022 (último año del que se tienen datos completos), lo que contrasta mucho con los porcentajes de diagnóstico: el 13 % y el 36 % de estas personas, respectivamente.
Esta situación hace que las hepatitis víricas, entendidas como la inflamación y deterioro del hígado a causa de un virus, se mantengan como la segunda enfermedad infecciosa con mayor mortalidad, al mismo nivel que la tuberculosis y sólo por detrás de la covid-19, señala la OMS.
La hepatitis de tipo B resiste como la más letal, suponiendo el 83 % de las muertes por esta enfermedad, seguida por la de tipo C, responsable del 17 % de los fallecimientos.
En cuanto a los contagios, África se encuentra a la cabeza con un 63 % de las nuevas infecciones anuales por hepatitis B.
Por países, Bangladesh, China, Etiopía, Rusia, Filipinas, India, Indonesia, Nigeria, Pakistán y Vietnam soportan sólo entre ellos casi dos tercios de la carga mundial de hepatitis B y C.
Ante esta situación, la OMS sostiene que lograr el acceso universal a la prevención, diagnóstico y tratamiento en estos diez países para 2025, junto con una intensificación de los esfuerzos en la región africana, es esencial.
“Los programas para combatir la hepatitis viral podrían ahorrar mucho dinero si más países de ingresos bajos y medios pudieran comprar medicamentos genéricos a precios asequibles”, comentó en rueda de prensa la responsable del departamento de Sanidad y Consumo de la OMS y autora del informe, Françoise Renaud.
La agencia sanitaria también sugiere que es fundamental acabar con el estigma asociado al diagnóstico, proporcionando un acceso equitativo a los tratamientos a poblaciones tradicionalmente marginadas como los drogodependientes, los migrantes, los hombres homosexuales o las trabajadoras sexuales.
“Necesitamos integrar los servicios de hepatitis vírica en los programas de tratamiento de VIH existentes para llegar a las poblaciones clave”, explicó a los medios la directora del departamento de Programas Mundiales de VIH, Hepatitis e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) de la OMS, Meg Doherty.
También recordó que se debe reforzar la prevención de las hepatitis víricas en los recién nacidos y niños en situación de riesgo por transmisión maternoinfantil (durante el embarazo) de la hepatitis B. EFE