El gigante latinoamericano empieza a sentir el impacto de este enfrentamiento, que tiene aristas políticas con consecuencias en otros sectores
Mientras continúa la escalada entre el empresario multimillonario sudafricano nacionalizado estadounidense Elon Musk, propietario de X, antes Twitter, y la justicia brasileña, el gigante latinoamericano empieza a asumir el impacto, no sólo político, de este enfrentamiento. Tras calificar al juez del Superior Tribunal Federal (STF), Alexandre de Morães, de “dictador que mantiene atado a Lula”, que “debería dimitir o enfrentarse a un impeachment”, Musk elevó aún más el tono.
Por Infobae
Ayer, en la red social de su propiedad, calificó de “valiente” al diputado federal Nikolas Ferreira, del Partido Liberal (PL) del ex presidente Bolsonaro, por haber declarado en noviembre de 2023, en un acto organizado por las Naciones Unidas, que Lula es un “ladrón que debería estar en la cárcel”. A continuación, afirmó que su plataforma “respeta las leyes de Brasil y de todos los países en los que opera”, comentando la declaración de X de que algunas de las órdenes judiciales recibidas “no cumplen con las medidas reguladoras de Internet en Brasil ni con la Constitución Federal brasileña”.
Pero más allá del tono, el estancamiento legal del asunto es evidente. Por un lado, Musk no ha levantado las restricciones a los perfiles bloqueados por orden del STF, como había anunciado, ni ha revelado el contenido de los requerimientos del STF contra su plataforma, como prometió hace días. El STF había exigido la suspensión de perfiles acusados de publicar contenidos presuntamente delictivos en el contexto de los ataques antidemocráticos del 8 de enero. Algunos de los partidarios de Bolsonaro que ya han visto bloqueadas sus cuentas en el antiguo Twitter son la diputada federal Carla Zambelli, del PL, el ex diputado Roberto Jefferson (en prisión preventiva desde 2022) y el empresario Luciano Hang.
Por otro lado, es poco probable que el STF pueda bloquear indefinidamente la plataforma en el país en virtud de la legislación brasileña, a pesar de que Musk ya había alertado a sus usuarios invitándoles a instalar una VPN, es decir, un dispositivo que crea una red privada virtual en el móvil o el ordenador para acceder a los sitios web bloqueados, eludiendo cualquier censura y las restricciones geográficas. Como mucho, el STF podrá aplicar la ya anunciada multa diaria de 100.000 reales, unos 20.000 dólares, por cada perfil vetado por orden judicial en el caso de que los X reactive de verdad.
En cuanto a las dos investigaciones en las que de Morães ha incluido a Musk, varios juristas brasileños se muestran escépticos de que el multimillonario sudafricano pueda ser condenado. Recordemos que una de las investigaciones está relacionada con un proceso abierto en Brasil desde 2021 contra las llamadas milicias digitales que investigan a determinados grupos por extremismo político. La otra se abrió contra Musk esta semana para investigar el papel del empresario en los delitos de obstrucción a la justicia, organización criminal e incitación al crimen. Sin embargo, en caso de que Musk sea condenado por el Tribunal Supremo brasileño sin la cooperación de las autoridades de EEUU, es poco probable que la sentencia conduzca a su detención.
De Morães también teme la posible responsabilidad de los representantes vinculados a la empresa en Brasil. “LAS REDES SOCIALES NO SON TIERRA SIN LEY, LAS REDES SOCIALES NO SON TIERRA SIN LEY!”, escribió Moraes, en mayúsculas, en la sentencia. El juez rechazó así la petición de la empresa de Musk de hacer recaer la responsabilidad de las medidas ordenadas por la justicia brasileña en X International, lo que concedería una forma de inmunidad a la oficina brasileña de la empresa. Para Alexandre de Moraes, esta petición “raya en la mala fe”, en desacuerdo con el argumento de que X en Brasil no tiene control sobre las decisiones judiciales.
Sin embargo, si los expertos consideran que el riesgo de que la situación se agrave judicialmente es bajo, ¿en qué desembocará entonces esta polémica?
Muchos se preguntan si el precio lo acabará pagando la sociedad civil, que dentro de seis meses acudirá a las urnas para las elecciones municipales. De hecho, el tira y afloja desencadenado por Musk está acelerando la polarización política que ya existía y que, desde luego, el país no necesitaba, pues aún se está recuperando del intento de golpe de Estado del 8 de enero de 2023 y de sus pesadas secuelas judiciales.
Según un sondeo de Quaest publicado el martes por la noche, la polémica ha enardecido a los brasileños. El 68% de sus interacciones en X fueron contrarias al STF, mientras que sólo el 32% criticaron a Musk. Además, la polémica fue inmediatamente usada por Bolsonaro, que aunque inelegible hasta 2030, según las encuestas ha mantenido su peso político prácticamente intacto. El ex presidente calificó en X al multimillonario de “mito de nuestra libertad” y publicó un video de su encuentro en mayo de 2022. Unas horas antes había publicado otro video en el que invitaba a sus seguidores a asistir a una manifestación en su apoyo en Rio de Janeiro el 21 de abril, calificando de “la mayor fake news de la historia de Brasil” el intento de golpe de Estado.
Las críticas a Musk llegaron incluso a la Comisión de Seguridad Pública y Combate al Crimen Organizado de la Cámara de Diputados, que el martes aprobó una moción “en elogio” del magnate de las redes sociales. Para el autor de la iniciativa, el diputado Luiz de Franca e Silva Meira, conocido como Coronel Meira del PL, el mérito de Musk es haber “denunciado y enfrentado la censura política e inmotivada” de la que supuestamente son víctimas los usuarios de la plataforma.
La polémica también ha enardecido los ánimos gubernamentales. Paradójicamente, precisamente utilizando la plataforma de Musk, el ministro de la Secretaría de Comunicación, Paulo Pimenta, declaró que “nuestra soberanía no será socavada por el poder de las plataformas de Internet y el modelo de negocio de las big tech”. En cuanto al presidente Lula, hasta ahora nunca ha atacado directamente a Musk en sus declaraciones públicas. Sólo ha dicho que “hay multimillonarios que hacen cohetes” que tendrán que “aprender a vivir aquí” refiriéndose a Starship, el cohete producido por una de las empresas del multimillonario, Space X, lanzado varias veces como prueba. En el último intento, en noviembre, había explotado poco después del lanzamiento. Siempre sin mencionarlo ayer Lula, en un discurso en el que habló de la extrema derecha y de la defensa del proceso democrático, criticó al empresario que “nunca ha producido nada” en Brasil y “se atreve a hablar mal de los jueces”.
Leer más en Infobae