La justicia de Ruanda condenó este viernes a cadena perpetua por el genocidio de 1994, en el que más de 800.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados, a Beatrice Munyenyezi, nuera de la exministra de Familia y Asuntos de la Mujer Pauline Nyiramasuhuko, condenada también en una corte internacional por la masacre.
“La Fiscalía ha demostrado más allá de toda duda que la acusada cometió estos delitos y debido a su gravedad la acusada es condenada a cadena perpetua”, dictaminaron los jueces de la Sala Especial de Crímenes Internacionales y Transfronterizos del Tribunal Superior del distrito de Huye (sur de Ruanda).
Así, los jueces la consideraron culpable de cargos de conspiración para cometer genocidio, asesinato como un crimen de genocidio, incitación a cometer genocidio y complicidad en violación, mientras la absolvieron del delito de planear un genocidio.
Munyenyezi, de 54 años, fue deportada el 17 de abril de 2021 a Ruanda desde Estados Unidos, donde había cumplido una sentencia de cárcel de diez años por mentir sobre su papel en el genocidio para lograr la ciudadanía estadounidense, antes de ser detenida a su llegada al país africano.
Se la acusa de haber tenido un papel clave en la matanza de tutsis en la ciudad de Butare (sur), incluyendo el asesinato de una monja usando una pistola.
Las investigaciones sobre Munyenyezi empezaron después de que, en 2006, testificara ante el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) a favor de su marido, Arsene Shalom Ntahobali, uno de los líderes de las milicias juveniles hutus conocidas como Interahamwe, que finalmente fue condenado también a cadena perpetua.
Munyenyezi afirmó entonces que su marido y otros milicianos no masacraron a personas en un punto de control fuera de un hotel que era propiedad de sus suegros en Butare, al aseverar que no había visto cadáveres ni asesinatos, a pesar de las numerosas pruebas en ese sentido.
Por su lado, su suegra, Pauline Nyiramasuhuko, que ordenó al gobernador de Butare empezar a matar a los tutsis de la zona (él también fue asesinado cuando se negó a hacerlo), fue la primera mujer en ser condenada por el TPIR, que le impuso la cadena perpetua por siete cargos, incluyendo genocidio, crímenes de lesa humanidad e incitación a la violación.
Durante el juicio, se testificó sobre como Nyiramasuhuko decía a los milicianos: “Antes de matar a las mujeres, tenéis que violarlas”.
Asimismo, se la acusa de ordenar quemar con gasolina a un grupo de mujeres que habían sido violadas.
El genocidio empezó el 7 de abril de 1994 tras el asesinato el día anterior de los presidentes de Ruanda, Juvénal Habyarimana, y Burundi, Cyprien Ntaryamira, ambos hutus, cuando el avión en el que viajaban fue derribado sobre Kigali.
La matanza que siguió -el Gobierno ruandés acusó del magnicidio a los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés (RPF, en inglés), contra los que libraba una guerra desde 1990- causó la muerte de al menos 800.000 tutsis y hutus moderados en poco más de tres meses.
El genocidio, de cuyo inicio se cumplieron treinta años el pasado domingo, fue una de las peores matanzas étnicas de la historia reciente de la humanidad.
EFE