La mentira de estado, normalizada a diario por la revolución bolivariana, descarriló la semana pasada como pocas veces antes. Yván Gil, canciller venezolano, aprovechó un encuentro binacional con su homólogo colombiano en la fronteriza Cúcuta para abrir la caja diplomática de los truenos: “(El Tren de Aragua) es una ficción creada por la mediática internacional”.
Por: El Mundo
Una afirmación que forma parte de la misma factoría de ideas que asegura que el sistema electoral venezolano es el mejor del mundo, que Venezuela se arregló, que los dirigentes opositores y activistas de derechos humanos son peligrosos terroristas dispuestos a tomar por la fuerza cuarteles militares y que Nicolás Maduro arrasaría si se presentara a las elecciones españolas.
La respuesta fue fulminante. El presidente chileno Gabriel Boric llamó a consultas a su embajador en Caracas, su ministra de Interior acusó al canciller de insultar a Chile y a Latinoamérica, el gobierno de Perú tachó las polémicas declaraciones como infundadas mientras senadores estadounidenses alertaban sobre la llegada de los soldados del Tren de Aragua escondidos dentro de la inmensa diáspora venezolana: 8,8 millones de sus ciudadanos han huido de la dictadura revolucionaria.
La posterior marcha atrás del canciller, que aseguró con la misma convicción que su gobierno había desmantelado al Tren de Aragua, no ha convencido a tantos indignados.
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