Llamará la atención a algunos que un economista trate temas como los estados anímicos, más propios de la psicología. Sin embargo, debemos recordar que a la ciencia económica se le llamó, en sus principios, la dismal science, o sea, la ciencia pesimista o depresiva.
Esta connotación se la gano a raíz de los trabajos del pesimista más famoso de todos los tiempos, el economista y demógrafo Thomas Robert Malthus (1766-1834) quien en su estudio Un ensayo sobre el Principio de la Población, publicado en 1798, sentenció que aun cuando la producción de alimentos aumentaba en forma aritmética, la población en forma geométrica, y que el exceso de población terminaría fatalmente contrayéndose como consecuencia del hambre, las epidemias y las guerras.
Como todos sabemos, esta visión pesimista y científica (basada en análisis estadísticos de la Inglaterra del siglo XVIII), se vio obliterada en la realidad gracias a los avances de la tecnología durante el siglo XIX, que dieron origen a la revolución agrícola e industrial que permitió a su vez la producción masiva de alimentos mediante la rotación de cultivos, la selección animal, la mecanización de la tierra, los nuevos fertilizantes, entre otros.
Por otra parte, el pesimismo y el optimismo no tenían lugar dentro del estudio de la economía clásica que consideraba que el hombre tomaba decisiones basándose en el interés propio y la estricta racionalidad, no había lugar para los estados anímicos, la pasión, ni la irracionalidad.
Esta concepción de la economía comenzó a derrumbarse a partir de los trabajos del premio Nobel de Economía Herbert Simon (1978) quien rechazó la hipótesis del hombre racional y propuso la teoría de la racionalidad limitada, en el campo de las decisiones económicas. El trabajo pionero del psicólogo holandés Ap Dijksterhuis, en su artículo el Subconsciente Inteligente (2011) traspasó el espectro de los hallazgos de los anteriores economistas y aseguró que existe una inteligencia implícita en las emociones, que en muchos casos superaba la decisión racional. Posteriormente, Richard Thaler, el también premio Nobel en Economía (2017), tratando la novedosa disciplina de la economía del comportamiento, amplió aún más las limitaciones de la racionalidad, extendiendo el espectro de limitaciones a las decisiones de los mercados.
En la Venezuela actual, está muy vigente el tema del pesimismo, tanto en el ámbito económico como en el político, con su elemento medular, en la discusión sobre la recuperación de la economía y de la democracia. Entre los pesimistas está el 95% de los venezolanos, que sostienen que Maduro no sale por elecciones. Dentro de la minoría optimista esta la candidata de la oposición, María Corina Machado, y sus seguidores, materializándola con su denodado esfuerzo y optimismo en conseguirla. Ella no se basa en el optimismo psicológico sino en la acción inteligente y perseverante para cambiar la realidad. En este bando se encuentra el politólogo John Magdaleno que no se cansa de recordarnos que: “a través de elecciones 59 regímenes autoritarios llegaron a su fin.”
El pesimismo en nuestro país no es una ocurrencia de la actualidad. La investigadora María Eugenia Perfeti diserta sobre el asunto en su tesis la “Tradición Pesimista en el Discurso Intelectual Venezolano” (2018) señalando que existe consenso sobre el hecho de que la realidad venezolana ha sido interpretada recurrentemente desde el fatalismo o pesimismo por gran parte de la inteligenzia, desde inicios de la vida republicana del país.
Lo que es cierto es que la visión pesimista del país en el ámbito económico o político contribuye con la fatalidad, porque promueve la inacción. Romper con ese estado de ánimo, auspiciado por la dictadura, es una labor de todos, si queremos obtener resultados positivos en el ámbito político y económico.
La gran enseñanza de Malthus es que el pesimismo, aun con bases científicas y basadas en la experiencia y la observación, no necesariamente se convierte en realidad. Todos los días, la vida nos asombra con lo inesperado.
Gerardo Lucas. Economista-Historiador/ gerardolucas.wordpress.com