Uno de los casos que estremeció a la ciudad de Chicago fue el de Marlen Ochoa, quien fue asesinada presuntamente por dos mujeres, quienes le quitaron a su bebé, que estaba en el vientre. Autoridades revelaron que la mujer acusada de estrangular a la joven embarazada en 2019, fue condenada a 50 años en la cárcel, tras aceptar su culpabilidad.
Por El Diario NY
Clarisa Figueroa, de 51 años, sentada en silla de ruedas y vestida de amarillo, no brindó declaración, pero respondió “Sí” cuando la jueza del condado de Cook, Peggy Chiampas, le preguntó si entendía que tendría que cumplir toda la sentencia.
Figueroa afrontaba más de una docena de cargos, entre ellos homicidio en primer grado, secuestro agravado, agresión agravada contra un menor y desmembramiento de un cuerpo, por el asesinato de la joven de 19 años, Marlen Ochoa López, el 23 de abril de 2019.
Sacaron al bebé del vientre de su madre
Los fiscales dijeron que Clarisa Figueroa, con ayuda de su hija Desiree, en ese entonces de 24 años, estranguló a Marlen Ochoa López con un cable, después de atraer a la adolescente a su casa con la promesa de ropa gratis para su hijo por nacer.
Marlen estaba embarazada de nueve meses, cuando las mujeres le abrieron el abdomen de lado a lado y sacar al bebé del útero, según la acusación de la Fiscalía. Luego, Figueroa llamó al 911 y dijo que había dado a luz y que el niño no respiraba.
Las autoridades compartieron que el hijo adulto de Clarisa Figueroa murió por causas naturales, ella le dijo a su familia que estaba embarazada. Dicen que planeó durante meses adquirir un recién nacido, dijo EFE.
Cuando los oficiales llegaron a su casa para atender al bebé, la mujer negó que Ochoa López hubiera llegado a su casa y aseguró que el niño era suyo. El cuerpo de Ochoa-López fue encontrado en un bote de basura afuera de la casa de Figueroa.
El bebé murió a los pocos meses
El bebé, que llevaría por nombre Yovanny Jadiel López, murió el 14 de junio tras pasar siete semanas con respirador artificial debido a los daños cerebrales que sufrió en el ataque. El médico forense certificó su muerte como homicidio.
Después de cinco años, Figueroa aceptó su responsabilidad en el asesinato y fue condenada a 50 años de cárcel sin derecho a libertad condicional.
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