El cráter Darvaza en Turkmenistán, cuyas llamas arden desde hace décadas tras un accidente en épocas soviéticas, es un verdadero enigma. Su existencia plantea interrogantes sobre el impacto ambiental
En el inmenso y misterioso desierto de Karakum, en Turkmenistán, yace un fenómeno que cautivó tanto a científicos como a turistas de todo el mundo. Un cráter llameante, conocido por un apodo que evoca imágenes de mitos antiguos y leyendas oscuras como “Puerta del Infierno”, se convirtió en el centro de intrigantes debates y exploraciones arriesgadas.
Por Infobae
Este increíble cráter no solo atrae por su espectacularidad visual, sino también por las complejas cuestiones ambientales y científicas que plantea. A lo largo de los años, fue y sigue siendo objeto de estudios y expediciones que buscan desentrañar los secretos que hay bajo sus ardientes profundidades.
La historia de este cráter está marcada por versiones que mezclan la realidad con la leyenda, donde los relatos de su origen y las razones detrás de su constante combustión varían. Pese a esto, una cosa es cierta: su llama perpetua iluminó no solo el horizonte del desierto sino también el interés global, llevando a una fascinación que trasciende fronteras.
¿Qué es la “Puerta del Infierno”?
La “Puerta del Infierno”, oficialmente conocida como el cráter Darvaza, es un pozo ardiente situado en el corazón del desierto de Karakum, en Turkmenistán. Este fenómeno singular se originó hace décadas, cuando se cree que ingenieros soviéticos perforando en busca de gas natural causaron un colapso del suelo, formando un enorme cráter.
Para evitar la proliferación de gases nocivos, optaron por incendiar el gas metano liberado, iniciando así un fuego que se mantiene ardiendo sin cesar. Con una apariencia que bien podría recordar a la entrada del inframundo, este sitio capturó la atención de personas alrededor del mundo, convirtiéndose en un peculiar punto de atracción turística.
Además de ser un espectáculo visual, el cráter Darvaza representa un caso de intersección entre fenómenos naturales e impacto humano en el ambiente. Emite constantemente metano, un potente gas de efecto invernadero, lo cual plantea preocupaciones ambientales.
Sin embargo, la combustión del gas convierte gran parte del metano en dióxido de carbono y vapor de agua, lo que, paradójicamente, reduce su potencial de calentamiento global. Esto generó debates sobre si intentar extinguir las llamas sería beneficioso o contraproducente, dada la dificultad técnica y los riesgos asociados con detener la emanación de gas de manera efectiva.
A lo largo de los años, el cráter actuó como objeto de exploraciones científicas y documentales, destacándose la expedición del explorador George Kourounis quien en 2013, descendió al cráter para tomar muestras y medir su composición. A pesar de los llamados a extinguir el fuego por parte de autoridades turkmenas, preocupadas por los efectos ambientales y el desperdicio de recursos naturales, el cráter de Darvaza sigue ardiendo, manteniendo vivo el debate sobre su futuro.
¿Por qué nunca se pudo apagar la llama de la “Puerta del infierno”?
Entre las razones principales por las que no se pudo apagar la llama está la naturaleza misma del cráter y los desafíos técnicos involucrados en extinguir un fuego de esta índole. La combustión constante del metano requiere una combinación de oxígeno, combustible (metano) y una fuente de calor (las propias llamas), elementos que están presentes de manera abundante y continua en este caso.
Cualquier intento de sofocar el fuego requiere eliminar al menos uno de estos elementos de manera efectiva, tarea que resultó extremadamente complicada en Darvaza.
Los esfuerzos para extinguir el fuego deben lidiar también con los riesgos de una mayor liberación de metano si los métodos utilizados no son adecuadamente cuidadosos. Existe el peligro de explosiones o de que el gas encuentre nuevas vías de escape hacia la superficie.
Además, las discusiones técnicas sugieren que sin un conocimiento preciso sobre la extensión y el flujo subterráneo del gas, cualquier intervención podría resultar ineficaz o incluso contraproducente. Es por estas razones, junto con la incertidumbre sobre las consecuencias ambientales de extinguir vs. permitir que el fuego continúe, que la “Puerta del Infierno” sigue ardiendo hasta el día de hoy, convirtiéndose en un icónico, aunque inquietante, punto de interés turístico y científico.
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