La historia comienza cuando Crystal Harris, estudiante de psicología de 21 años, ingresó como invitada a la mansión Playboy en Los Ángeles para una fiesta de Halloween en el año 2008. Esa misma noche conoció al dueño de casa y creador del imperio de la marca del conejito, Hugh Hefner. Horas más tarde, la joven se encontraba en una situación íntima con él y otras tres muchachas en el dormitorio principal del lugar. Luego, ella sería convidada por el anfitrión a quedarse a vivir en la ostentosa residencia y convertirse en una conejita. Unos años después, cuando ella tenía 26 años y él, 86, Crystal y Hugh se casaron.
Por La Nación
Ahora, con 37, la explaymate que se convirtió en la señora Crystal Hefner, y que dejó la mansión poco después de la muerte de su esposo en el año 2017, escribió un libro en el que cuenta que no todo en aquella residencia era tan glamoroso, sensual o divertido como parecía. Antes bien, la mujer expone en su obra Only say good things (Solo decí cosas buenas) el lado oscuro, rutinario y para nada excitante de la convivencia con el veterano millonario.
El medio británico Daily Mail publicó un extracto del explosivo libro de Hefner, en el que cuenta, de manera explícita y sin recurrir a falsos pudores, cómo fue que conoció al creador de Playboy, cómo se produjo el primer encuentro sexual con él junto a otras muchachas disfrazadas como mucamas francesas y la vez en la que huyó de la mansión luego de que el millonario le propusiera convertirse en su tercera esposa, excusándose porque tenía que ir a comprar tampones.
El primer contacto: “Vos, vení acá”
Crystal Harris -su nombre de soltera- cuenta que tenía 21 años cuando recibió por mail una invitación para asistir a la celebración de Halloween en la despampanante mansión Playboy. Las invitaciones que cursaba Hugh Hefner eran bastante particulares: eran, en realidad, “intenciones de invitación” que llegaban acompañadas por un formulario que la receptora debía completar y devolver al remitente. Su respuesta debía incluir, además, fotos “de cuerpo entero” y “reveladoras”. Terminado el trámite, la aprobación o el rechazo de la invitación quedaba a discreción del anfitrión.
Crystal atravesó todo el proceso con mucho entusiasmo y, naturalmente, quedó entre las elegidas. Fue a la fiesta dispuesta a conocer un mundo nuevo y fascinante. En su libro describe, con lujo de detalles, su primer contacto con el universo Playboy: “Donde miraras se veían largas extremidades desnudas, escotes relucientes, pechos perfeccionados quirúrgicamente. El tipo concreto de mujer que a Hugh Hefner le gustaba mirar.. Había una hilera de cabañas junto a la piscina que estaban llena de hombres de aspecto importante y mujeres hermosas, todas sexies y risueñas”, cuenta.
En una de esas cabañas, la más grande de todas, Crystal descubrió al dueño de casa, que se encontraba junto a dos gemelas rubias. “Me quedé estupefacta, era lo más cerca que había estado de alguien tan famoso”, escribió. Luego, una chica que estaba al lado de ella comenzó a agitar sus brazos para llamar la atención del anfitrión. Hefner la miró, pero de inmediato su mirada se posó en Crystal.
La joven lo narra así en su libro: “Me quedé helada. Se me congeló todo el cuerpo cuando me miró de pies a cabeza. Me señaló y movió su dedo. Pude ver su boca que formaba las palabras: ‘Vos, vení acá’”.
Crystal se acercó, estrechó la mano del creador de Playboy y charlaron un rato acerca de trivialidades. Hefner le preguntó sobre sus estudios, dónde vivía y cosas por el estilo. Poco después, sin dar demasiadas vueltas, disparó: “Tenemos todo tipo de diversión planeada para el resto de la noche. Podemos encontrarte una habitación si querés quedarte”.
“No podría haberme alejado aunque lo hubiera intentado. Su poder era abrumador. No podía explicarlo, sólo podía seguirlo”, describió la mujer que sí, efectivamente, durmió esa noche por primera vez en la Mansión Playboy.
El primer encuentro: “No había nada sexy en eso”
Nada puede ser normal en la Mansión Playboy. Mucho menos si se trata de sexo. Crystal cuenta, otra vez con lujo de detalles que exceden el buen gusto, su primer encuentro sexual con Hugh Hefner. Fueron mucho más que dos en la cama…
Subió a la habitación de su futuro marido junto con las mencionadas gemelas y otra chica que ellas escogieron, de nombre Amber. “El dormitorio principal era enorme y opulento, con candelabros, espejos, pesadas cortinas y una repisa elaboradamente tallada. Cada superficie estaba repleta de objetos que evidenciaban la celebridad de Hef: fotografías de él con Jennifer Aniston, Scarlett Johansson, Brad Pitt”, describió la mujer.
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