Muy antes, era común y legítimo que la prensa escrita tuviese una sección anónima para los rumores y también anécdotas del mundo político. Por supuesto, tratamos de corrillos para los datos y conjeturas, secretos e intrigas, aciertos y desaciertos de laa actividad política que suscitaba – por cierto – varias especialidades periodísticas que únicamente prosperaban y prosperan en libertad.
Ya conocido en otros ámbitos, Carlos Ramírez MacGregor fue el fundador y director de un exitoso magazine semanal llamado “Momento”, y, siendo diputado por entonces, igualmente aportaba los breves y punzantes comentarios para ”Gentío” que ponía al descubierto todo aquello que se le escapaba a los taquígrafos del hemiciclo y comentaristas de pasillo que honraban nuestra otrora densa tradición oral. Así las cosas, en la edición de principios de mayo de 1964, deducimos que el director constituyó la fuente para la revelación de un error de remisión de un “telegrama insólito”, por el cual Federico Rodríguez Rodríguez le notifica al Secretario General del Partido Movimiento Social Nacional y a su Fracción Parlamentaria en el Congreso Nacional, que se ha posesionado de la gobernación del estado Miranda gracias a la correspondiente designación presidencial.
El caso estuvo que en la inexistencia de un partido y de una fracción con ese nombre, constatado por el bedel que voceó el telegrama buscando al destinatario en el palacio legislativo. Sin dudas, fue un escardillazo para el novel gobernador, por supuesto, oficialista, al hacerse “noticia”: error de la lista protocolor que pudo interpretarse como una clave o indicio de un esfuerzo pendiente por fragmentar aún más el universo partidista, pues, recordemos, será en 1973 que el bipartidismo enderece un poco más el entuerto de una multiplicidad que se hizo difícil de manejar en la época.
El asunto me permite recordar el garrafalísimo error del presidente Jaime Lusinchi al invitar al dirigente y columnista de Tribuna Popular a un evento en el Palacio de Miraflores, a principios de 1986: Alvaro Carrera, el invitado, se encontraba preso en el Cuartel San Carlos. E imagino la burla que ocasionó esa edición del semanario, y, al menos, la transferencia a otro despacho del fncionario responsable de una lista seguramente masiva del variointo universo político de entonces.
Otra curiosidad, apunta a la edición del caraqueño diario La Esfera del 3 de abril de 1928, porque la acostumbrada sección de las cartas sobrantes del interior y del exterior da cuenta que el capitán Rafael Alvarado tiene un sobre pendiente en el servicio de correos. Difícil que hubiese una persona con el mismo nombre y rango al que, cuatro días después, formó parte de la sublevación militar antigomecista: ¡recogió a tiempo la pieza?, ¿más tarde lo haría la policía política?, ¿o quedó en el olvido?
@sosolaguido