La muerte súbita de un amigo al que tantas cosas nos unieron en las edades donde se forjan las verdaderas amistades… me hizo reflexionar sobre cuán idiotas hemos sido o son algunos venezolanos entregados a las mentiras y boberías que desde la llegada del siglo vienen caracterizando al mundillo de la política.
Con Pedro Yaselli Blonval y su familia me unió un hecho singular: a ellos se les había muerto el padre estando todos chiquitos… mientras que a nosotros no… pero igualmente faltaba DAR porque había estado o escondido, preso por ser diputado adeco o exiliado… durante los diez años que siguieron al golpe militar que derrocó a Rómulo Gallegos.
A ese tiempo sin el padre hay que sumar tres años preso y uno exiliado durante los gobiernos de Betancourt y Leoni.
De esas prisiones democráticas –DAR nuevamente estuvo preso por ser diputado pero entonces del Movimiento de Izquierda Revolucionaria o MIR- a las hermanas hembras las cuidaban y mucho, tanto mi madre y mi abuela o la tía Tití… como doña Lirio de Yaselli a sus hijas.
Pero a los hombres no y nosotros crecimos en el este de Caracas que en esos años era como el salvaje oeste de los Estados Unidos… pura libertad.
Pedro a poco fallecido y yo fuimos “los mejores amigos” en la década que pasa entre ser niño y volverse hombre.
Luego la vida nos separó porque Pedro se casó joven y yo me marché de la casa a vivir en pareja… pero seguimos siendo amigos.
Y así fue o así creo que fue hasta la llegada de este siglo XXI y algo más… es decir desde que comencé a opinar más seriamente sobre la política que había visto de cerca al participar en las campañas de Jaime Lusinchi y la que culminó en el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez.
Ojo: la familia Yaselli no era muy cercana a Acción Democrática, en parte porque algunos de sus familiares y vecinos habían sido familia de altos funcionarios del perezjimenato… y por tanto eran más cercanos a Copei… que en esos años era el partido opositor a los adecos.
Sin embargo nada de nos separó y la casa de los Yaselli era refugio de los amigos de Pedro que nos escapábamos de las clases en distintos colegios y liceos.
Llegado este siglo comencé junto con Enrique Ochoa Antich y Carlos Melo a organizar las primeras marchas de protesta contra Hugo hasta que me separé para ser independiente… al darme cuenta que la oposición ni estaba unida… ni tenía programa propio.
Por esos años… digamos los últimos diez o algo más… comencé a notar de Pedro esquivo y distante… lo cual nunca pude reclamar o siquiera tratar de aclarar en cuanto al motivo. Quizás error mío que sabiendo el valor de la política como el mejor tónico para enderezar entuertos… por tontos que sean.
Pero no lo hice hasta que hace dos años lo encontré en una reunión de los primitivos amigos de Las Mercedes… donde me le acerqué para plantearle aclarar el motivo que nos separaba.
Ese día también fracasé pero al ver al amigo… antaño reputado play boy… muy gordo y poco atlético, me atreví a manera de despedida y por la experiencia de quien toda la vida ha dedicado parte del tiempo al ejercicio físico… a decirle que rebajara y tratara de hacer algún ejercicio corporal.
Y allí salió el Pedro de otras épocas que me respondió: “y porqué no dejas tú de andar en moto”… respuesta que aparte de aclararme todo… me provocó una carcajada antes de despedirme con “de eso no nos vamos a morir… ni tú ni yo”.
Pero Pedro se fue y fue otro amigo quien me aclaró que pasando una situación mala propia de la industria de la construcción alguien le había dicho que yo era culpable… “por chavista”.
Pecado que no es tal porque nunca lo he sido… al punto que el gobierno me cataloga como “opositor”… pecado que no es tal porque a fin de cuentas si se ha de encarrilar el país… evidentemente se deben arriar las banderas del odio… para comenzar a reconstruir Venezuela.
QEPD.