“¡Sos igual a Bruce Willis!”, le repetían una y otra vez. Hasta que, finalmente, Pablo Perillo aceptó que en su parecido al reconocido actor estaba su futuro. Nacido hace 56 años en La Boca, el hombre siempre supo que quería ser un artista en cualquiera de sus formas.
Nancy Duré
Y, siendo muy joven, comenzó a hacer teatro off a la gorra junto al grupo Catalinas Sur. Pero el nombre del protagonista Duro de matar seguía resonando en su cabeza al punto de exasperarlo. Hasta que él mismo vio en esto una oportunidad. Y desde entonces su vida cambió. Hoy sigue viviendo en la Argentina y está en pareja con Lindsay De Santo desde el 2010. Sin embargo, ya hace más de dos décadas que viaja por el mundo como el doble oficial de la estrella de Hollywood.
—¿De chico soñaba con ser famoso?
—Siempre quise ser… artista. Para mí estaba bien cualquier cosa que abarcara esa palabra. Yo quería ser actor, músico o cantante. Desde los cuatro años, me acuerdo que siempre me quería subir al escenario de la escuela. Y era un loquito, porque me encantaba hacer sonidos con la boca como si fuera un platillo de batería o una guitarra, cantaba Let it be con un inglés inventado, imitaba a Alberto Olmedo o a las mesas de Polémica en el bar. Era medio payaso. Hasta que, ya de joven, con el grupo de teatro empecé a ir a a las plazoletas, a los anfiteatros y hasta llegamos a actuar en el San Martín. Más tarde armamos un galpón enorme, pero éramos muy poquitos.
—Hasta ahí era Pablo Perillo, ¿en qué momento apareció Bruce Willis?
—De adolescente, a la salida del colegio me cantaban una canción que decía algo así como “Yo no soy Michael Rourke”…
—Nueve semanas y media, del grupo Zapato Veloz.
—Bueno, a mí me cantaban eso. Era la época en la que todos hablaban de esa película. Y yo decía: “¿Qué miércoles?”. Pero me veían parecido a Michael. La cosa es que a los 20 años, más o menos, estaba en Palladium tomando algo. Y me acuerdo la anécdota perfectamente porque fue la primera vez que me pasó: vino una chica y le dijo a mi amigo que yo era igual a Bruce Willis. El flaco me lo dijo a mí, pero yo no tenía idea de quién me hablaba.
—¿Ni siquiera lo conocía?
—No. Entonces vino la chica y me dijo: “Dale que vos lo imitás, tenés los mismos gestos y estás vestido igual que en Duro de matar”. Yo estaba con una camiseta de morley y tenía el mismo corte de pelo, pero la verdad es que no había visto la película. Entonces me explicaron que era el actor de Moonlighting. Y así empezó la historia. Porque, a partir de ese momento, se repitió lo mismo en todos lados. Una vez, en un restaurante, casi me voy a las manos con unos que me miraban y se reían desde otra mesa porque no entendía qué pasaba. Hasta que me dijeron: “No te enojes, es que sos igual a un actor”. Y, de a poco, eso empezó a invadir mi vida.
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