Yo soy el que estoy en la música, no vas a poder conseguir nada sin mí”, le dijo Julio Iglesias, su padre, al enterarse de que había decidido convertirse en cantante. Hasta ese momento, él lo había mantenido en el más absoluto de los secretos. Es más: había sido Elvira Olivares, su cuidadora, quien le había prestado los quinientos dólares que necesitaba para grabar su primera maqueta. Y, sumamente ofuscado, el creador de Me olvidé de vivir, Hey y otros inolvidables clásicos sentenció su fracaso. Pero su vaticinio no solo no se cumplió, sino que lo que sucedió fue todo lo contrario.
Nancy Duré
Enrique Iglesias había nacido el 8 de mayo de 1975 en Madrid, como fruto del matrimonio de Julio con Isabel Preysler, con quien ya había traído al mundo a Chábeli y Julio José. En aquella época, el cantante que muchos años más tarde tuvo a las mellizas Victoria y Cristina, Miguel Alejandro, Rodrigo y Guillermo junto a Miranda Rijnsburger, estaba en pleno auge de su carrera por lo que no estaba muy presente en la vida familiar. Sin embargo, muy a su pesar, logró contagiarle su amor por la música a sus hijos. Sobre todo, al menor de la primera camada.
“A los 18 años firmé un contrato de discos y era una aventura, llegué de vuelta a Miami y era una de esas cosas que decía que mañana se lo iba a decir a mi padre, llegó mañana, no se lo dije…”, contó Enrique que tardó seis meses en darle la noticia a Julio. Su primer trabajo, que fue lanzado en 1995 con su nombre y llegó a ganar el Premio Grammy al mejor álbum de pop latino, incluyó hits como Si tu te vas, Experiencia Religiosa, Por Amarte, No llores por mí y Trapecista. Y su éxito fue mucho más de lo que el ego de su famoso progenitor podía soportar.
Tras el enojo de Julio, Enrique hizo su valijas y se fue de la casa familiar. Primero se instaló en Canadá y se mostró dispuesto a quitarse el apellido, con tal de que su carrera no estuviera vinculada a la de su padre. Hasta quiso rebautizarse como Martínez. Pero ya era tarde. “Quiero decirle a mi hijo que, mientras siga subiendo a los escenarios, seguiré compitiendo con él”, le dijo su padre al recibir el premio American Music Award como Artista Latino Favorito del año 1998, venciendo a su heredero que lo miraba desde la platea. La de ellos era, sin lugar a dudas, una guerra declarada.