Las investigaciones científicas con sustancias psicodélicas están experimentando una auténtica eclosión. Numerosos estudios exploran actualmente el potencial de drogas como el LSD, la psilocibina o el MDMA, entre otras, para tratar problemas graves de salud mental, como la depresión, las adicciones o el estrés postraumático; o trastornos neurodegenerativos, como el Parkinson.
Por El Mundo
A esta nómina se une esta semana un trabajo publicado en Nature con un compuesto derivado del veneno del llamado sapo de Sonora (Incilius alvarius), una especie semiacuática de hábitos nocturnos que vive en el desierto de Sonora, entre México y EEUU, y que suele hibernar bajo tierra entre los meses de septiembre y abril.
Para protegerse de los depredadores, el animal segrega varios compuestos psicoactivos, como el 5-MeO-DMT, cuyas propiedades alucinógenas se conocen desde hace siglos y se utiliza en distintos rituales.
Investigaciones previas ya habían señalado el potencial terapéutico de la citada sustancia frente a trastornos neuropsiquiátricos, un extremo que vuelve a indicar el trabajo actual que desarrolla un agente análogo y desgrana los mecanismos que intervienen en la relación.
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