“Me parezco a un cervecero y hablo como un cervecero, ¿no?”, dice Willem van Waesberghe, que también tiene el nombre de un cervecero y, con su barba blanca y tupida -y de visita en Buenos Aires, Argentina-, se ve como si Papá Noel estuviera tomando una Heineken en un bar de Palermo.
Por: La Nación
Van Waesberghe estudió geoquímica, trabajó cuatro años en la fábrica de cerveza artesanal de su padre, como consultor de cereales y maltas, y en 1995 pasó a trabajar en Heineken. Hoy es el maestro cervecero de la marca, fundada en Ámsterdam en 1873, y que tiene presencia en 192 países. Heineken produce 35 millones de hectolitros de cerveza al año, y Van Waesberghe está a cargo de que cumplan los estándares de calidad.
-¿Cómo llegaste al mundo de la cerveza?
-Cuando yo era joven quería ser geólogo, así que estudié geología, me gradué como geólogo y después empecé a trabajar como geólogo, en Francia. Pero mi padre era cervecero, y como yo era el único de la familia que entendía algo de química, él siempre me hablaba a mí sobre cerveza. En un momento, yo estaba en Francia con él y me empecé a cuestionar si las rocas eran más divertidas que la cerveza. Y elegí la cerveza.
-¿Estudiar geología te ayudó para producir cerveza de alguna manera?
-Un poco. Ayuda a conocer de terrenos, es como conocer el terroir para las uvas, para la industria del vino. También para tener una explotación sostenible del suelo, hay que volver a poner los nutrientes que utilizaste para generar la cebada. Y también ayuda para entender la química del agua y sus reacciones. La cerveza es 93% agua y es importante. Nosotros usamos en todo el mundo un agua exactamente igual a la que usamos en Países Bajos para producir la cerveza. Tiene que ser en todos lados de la misma calidad.
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