Luisa Gallardo tiene 45 años y lleva tres haciendo dieta. Aunque los primeros meses consiguió adelgazar hasta seis kilos, llegó un momento en el que, sin saltarse las pautas nutricionales, comenzó a engordar.
Marina Vítora
Ante esto, su nutricionista le aconsejó cenar todos los días yogures proteicos y limitar su almuerzo a verduras y proteína sin grasa. “Comía cuatro cosas contadas, siempre lo mismo. Y además, tenía que seguir unos horarios, solo podía comer cada tres horas”, cuenta. Nada de frutas, nada legumbres y, por supuesto, ni oler la pasta o el azúcar.
Comenzó a tener la sensación de que no solo no perdía peso, si no que cada mes ganaba más centímetros de cintura, incluso tras haberse apuntado a un entrenador personal. Se gastaba más de 150 euros mensuales y al final terminaba todos los meses con la sensación de estar tirando el dinero y empeorando su salud, a pesar de que cumplía todo lo que le decían los profesionales: “Me empecé a obsesionar, no entendía lo que estaba pasando con mi cuerpo”, explica. Luisa dejó de disfrutar la comida, sintiendo que esos yogures le saciaban más que cualquier otro alimento.
Según un estudio de la aseguradora AEGON, casi un 28% de los españoles hizo algún régimen en 2023. Se trata de un dato preocupante, que ha aumentado más de seis puntos con respecto a 2022 (cuando fue de un 21,6%). Los profesionales achacan estos datos al aumento de la exposición de las redes sociales y la autoridad que los influencers tienen sobre los jóvenes. Un problema que se agrava si no se cuenta con el asesoramiento de los profesionales. El 57% de las personas que hizo régimen durante ese periodo no contó con la orientación de expertos, y las dietas más habituales fueron las que consisten en eliminar alimentos concretos o comer menos cantidad, actuaciones que están llevando a la gente a ir a terapia.
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