“Los problemas también migran, antes teníamos miedo de los robos, ahora la pesadilla de todos los días, es que no hay agua y se va la luz a cada rato” asegura María Castillo, habitante de Boyacá 3, Barcelona.
Corresponsalía lapatilla.com
Y es que la crisis económica, la dificultad para acceder a la educación o a la salud, la inseguridad, entre otros problemas han sido superados por “los apagones y bajones, eso es en todo momento ya no decimos se fue la luz, ya lo extraño es que llegue un día completo” narra Bertha Moreno, habitante de Valle Lindo, donde las fallas en el sistema de distribución son constantes.
“Cae una gota de agua, sopla el viento, huele a humo, hasta alguien tose muy fuerte o estornuda y ¡pao! Se va la luz, los transformadores explotan como si fuese fuegos artificiales” esto sucede en la Fundación Mendoza, urbanización del norte de la entidad, según relato de Ana González, habitante desde hace más de 40 años en la zona.
“Aquí en El Puerto (La Cruz), es como una lotería, dicen que cambian los bombillos en la calle y entregan transformadores pero nos racionan por 4 horas a veces en varios turnos al día, la calor nos mata” este es el testimonio de Carlos García, habitante del casco central de Sotillo.
Aunque también hay fallas en la distribución del agua potable, la crisis eléctrica pareciera ser el problema que más afecta a los anzoatiguenses pues “el agua llega de vez en vez, pero cuando llega uno ya sabe y guarda, guarda,guarda en cualquier pote, todo es bueno para guardar agua, pero ¿Cómo guardas la luz? Que alguien me diga” puntualizó Héctor Marval, habitante de Chuparin.