Al tema religioso me acerco con prudencia.
Para abordarlo prefiero no partir de lo sobrenatural, de lo metafísico, sino de hechos de este mundo que son producto de las acciones humanas.
EL CASO PROVOLO
Hace unos años ocurrió en Argentina un famoso caso delictivo donde estuvieron implicadas instituciones religiosas de la iglesia católica (no fue el único).
Se conoció como el Caso PROVOLO.
En la BBC se puede leer que se había condenado a 2 sacerdotes católicos a 40 años de cárcel por abuso sexual a 25 niños SORDOS (incluido uno de 4 años).
HIZO FALTA UN MILAGRO
Desde que leí la nota pensé que esos niños merecían que ocurriera una injerencia sobrenatural, un milagro, que los librara de aquellos desgarradores hechos y de sus terribles consecuencias. Pero eso no ocurrió.
Igualmente lo merecían sus madres y padres.
Éstos en cambio dijeron que: “Esas denuncias, que tienen más de una década, llegaron incluso hasta las manos del propio Papa Francisco. Sin embargo, el Vaticano no hizo nada”.
Y un “grupo de 67 ex-alumnos revelaron los abusos a los que habían sido sometidos entre las décadas de 1950 y 1980 y acusaron al Vaticano de “encubrir’ a los abusadores.”
¿El Diablo es el culpable?
Finalizo con las palabras que dijo sobre los curas pedofilos el Papa Francisco: “Se convirtieron en herramientas de Satanás”.
Me voy a permitir discrepar. Los curas son los únicos responsables.
Y deben tener en este mundo su castigo, y no en el infierno después de morir.
Pienso que en todos estos casos el castigo terrenal debería ser una prolongada estancia de los acusados en la cárcel. Eso traería al menos algo de consuelo al inmenso dolor y tristeza de sus padres, madres y familiares.
En el Caso Provolo el esperado milagro no llegó. Así, de la tragedia venezolana no deberíamos esperar salir por un milagro.