En la vibrante Naiguatá, ubicada al este de la entidad guaireña, se celebra una de las tradiciones más emblemáticas de Venezuela: los Diablos Danzantes de Naiguatá.
Corresponsalía lapatilla.com
Esta manifestación cultural, que se lleva a cabo durante la festividad del Corpus Christi, es un espectáculo que combina elementos religiosos, históricos y artísticos, y ha sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco desde 2012.
Orígenes y significado
La celebración de los Diablos Danzantes de Naiguatá tiene sus raíces en las tradiciones religiosas coloniales.
Durante la festividad, los diablos, vestidos con trajes coloridos y máscaras que representan animales marinos y de corral, realizan una serie de danzas rituales para rendirse ante el Santísimo Sacramento.
Esta danza simboliza la eterna lucha entre el bien y el mal, donde los diablos, personificaciones del mal, finalmente se rinden al poder divino representado por el Santísimo.
El ritual
La celebración comienza este jueves de Corpus Christi con una misa en la Iglesia de San Francisco de Asís en Pueblo Arriba.
Los diablos, que incluyen tanto a hombres como mujeres y niños de todas las edades, recorren las calles de Naiguatá al ritmo de “la caja”, un tambor tradicional.
La festividad culmina el domingo con una espectacular danza en la plaza principal, donde los participantes se postran ante la iglesia cerrada en un acto de devoción y penitencia.
Las máscaras y trajes
La confección de las máscaras y trajes es un proceso meticuloso y artístico. Utilizan la técnica de papel engomado en capas sobre un molde de alambre, creando figuras que pueden variar desde animales marinos hasta formas más abstractas.
Las máscaras, que se sostienen con la mano, y los trajes pintados artesanalmente son elementos distintivos de la cofradía de Naiguatá.
Cada diablo lleva campanas en el torso y alpargatas, añadiendo un sonido característico a sus movimientos.
Participación y comunidad
A diferencia de otras cofradías en Venezuela, en Naiguatá las mujeres participan activamente en la danza, una inclusión que refleja la importancia de la comunidad y el deseo de involucrar a todos en la tradición. Yaneth Mustiola, una participante, destacó la necesidad de las mujeres de expresar sus promesas y oraciones a través de esta manifestación cultural.
Kelvin Romero, presidente de la cofradía, subraya el orgullo de preservar esta tradición originaria, recordando momentos destacados como la representación ante la Unesco, donde la cofradía mostró su danza y celebró el reconocimiento internacional con gran entusiasmo.
Un legado vivo
La tradición de los Diablos Danzantes de Naiguatá no solo es un evento religioso, sino una expresión cultural que une a la comunidad en un acto de fe y celebración.
Este legado, transmitido de generación en generación, es un testimonio vivo de la rica herencia cultural venezolana que continúa siendo valorada y protegida por sus habitantes.