La que podría haber sido la subasta deportiva más cara de la historia, la del Balón de Oro mundialista que Diego Armando Maradona ganó en 1986, ha quedado este miércoles suspendida por la Justicia francesa, que decretó un embargo del bien hasta que no se resuelva el contencioso sobre su propiedad.
La casa parisina Aguttes y Abdelhamid B., a la que se ha reconocido hasta ahora como propietaria de un objeto que compró en París en 2016 por 1,20 euros, se frotaba las manos con la subasta programada para este 6 de junio que tenía visos de batir todos los récords en el mundo del deporte.
Según varias estimaciones, la venta de este balón -que no es de oro y sí de una aleación de cobre- podría haber oscilado entre los 10 y los 12 millones de euros.
Sin embargo, los recursos presentados por cinco hijos de Maradona -considerados los herederos legítimos por la Justicia argentina- tumbaron esta subasta, al menos de momento.
La Corte de Apelación de Versalles anuló este miércoles la orden dictada el pasado 30 de mayo por un tribunal administrativo francés y ordenó paralizar la subasta e incautar el balón hasta que no se resuelva el litigio, lo que podría llevar varios meses.
“Nos satisface esta decisión que responde a nuestras demandas y tranquiliza a mis clientes. En el plazo fijado de tres meses, presentaremos las alegaciones pertinentes” para resolver el litigio, dijo a EFE Gilles Moreu, el abogado de los cinco herederos de Maradona (Diego Armando Maradona Sinagra, Dalma y Gianinna Maradona, Jana Maradona y Diego Fernando Maradona).
Aguttes, no obstante, ya había decidido el domingo aplazar la subasta, antes del dictamen de la Corte de Apelación de Versalles, al alegar que no se daban las condiciones propicias para la misma.
Su representación legal envió a EFE un escueto comunicado: “Teniendo en consideración nuestra decisión de aplazar la venta, la Corte ha decidido dar tiempo a la Justicia para que pueda dirimir el litigio que enfrenta a los Maradona y al vendedor del Trofeo ‘Adidas Golden Ball'”.
Abdelhamid B., un pequeño coleccionista franco-argelino, había comprado el balón por 1,20 euros en una subasta de segunda fila en París en 2016, junto a otros trofeos deportivos, algunos de ellos de plástico. Si la venta se hubiese producido por los varios millones de euros esperados, la ganancia para el coleccionista habría sido colosal.
Hasta el recurso presentado por los Maradona, Abdelhamid B. estaba considerado como dueño legal del trofeo en Francia, por haberlo comprado de buena fe -no sabía que se trataba del Balón de Oro- y porque después de esa adquisición pasaron tres años sin que nadie de la familia Maradona lo reclamase.
Sin embargo, los argumentos presentados por los hijos de Maradona convencieron a la Corte de Apelación de Versalles, que asumió que puede haber indicios de que fue realmente robado.
De acuerdo con los Maradona, el objeto, que reapareció en 2016 tras casi tres décadas perdido, había sido robado de una caja fuerte de un banco en Nápoles en 1989 en un asalto organizado por la mafia napolitana.
“Nos corresponde a los herederos reclamar lo que nos pertenece. Fue robado violentamente sin que mi padre pueda disfrutarlo”, explicó a EFE la semana pasada una de las demandantes, Gianinna Maradona.
La incautación del Balón de Oro mundialista responde al temor de la familia Maradona de que vuelva a desaparecer.
El objeto, que estaba en poder de la casa de subastas Aguttes (Neuilly-sur-Seine, afueras de París), pasará a manos de un comisario judicial que lo requisará hasta que el contencioso sobre la propiedad del balón se resuelva. EFE