Se trata de una problemática más extendida y persistente de lo que se pensaba. Una experta en psicología brindó una visión más profunda sobre un trastorno común, pero poco comprendido
Comer sin parar. Comer aunque no se tengan más ganas. Así nacen los atracones, una problemática que representa uno de los trastornos alimentarios más comunes a nivel mundial, aunque su comprensión es limitada.
La doctora Kristin Javaras, profesora asistente de psicología en el Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard e instructora de epidemiología en la Escuela de Salud Pública TH Chan de esa casa de estudios, ha arrojado luz sobre este problema en un reciente estudio publicado en la revista Psychological Medicine.
Sus hallazgos sugieren que las investigaciones anteriores, enfocadas principalmente en mujeres jóvenes, subestimaron la cronicidad del problema, que puede persistir por años o incluso décadas.
Definición y características de los atracones
El trastorno por atracón se define por episodios de ingesta descontrolada de alimentos. Según el DSM, el manual de diagnóstico de referencia, estos momentos incluyen dos componentes: el consumo de una cantidad objetivamente grande de comida y una sensación de pérdida de control.
Las personas que padecen este trastorno sienten que no pueden detener con la ingesta de alimentos o evitar comenzar a hacerlo. Estos episodios suelen caracterizarse por comer rápido y acompañados de un sentimiento de vergüenza.
Prevalencia y duración del trastorno
La prevalencia del trastorno por atracón varía según los estudios. La Encuesta Nacional de Comorbilidad de 2007, realizada por Jim Hudson y Ron Kessler, sugirió que la prevalencia de por vida del trastorno era de aproximadamente 2.6% en los Estados Unidos.
Estudios más recientes, como el de Udo y Grilo en 2018, estiman una prevalencia ligeramente inferior, de menos del 1%. Las diferencias metodológicas dificultan obtener una estimación precisa, pero se cree que entre el 1% y el 3% de la población estadounidense ha experimentado este trastorno.
En particular, la investigación de Javaras utilizó datos de un estudio longitudinal realizado por sus mentores, Hudson y Pope, que siguió a los participantes durante cinco años, revelando que aunque el trastorno por atracón puede mejorar con el tiempo, rara vez desaparece rápidamente.
A los 2.5 años, solo el 15% de los participantes habían experimentado una remisión, definida como no tener episodios de atracones durante tres meses. A los cinco años, poco más del 20% había alcanzado la remisión, mientras que cerca de dos tercios seguían cumpliendo con los criterios del DSM-4 para el trastorno por atracón.
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