El príncipe Andrés de Inglaterra, Duque de York, siempre ha sido el ojito derecho de su madre, Isabel II. Sin embargo, para su hermano, el rey Carlos III, no deja de suponer un dolor de cabeza. Y es que, tras las acusaciones de pederastia y su vinculación con el Caso de Jeffrey Epstein, ahora su suma su negativa a renunciar a su vivienda, la cual es gestionada por la Casa Real.
Por Infobae
Medios británicos aseguran que el rey se encuentra “cansado y enfurecido” con su hermano. Y es que, la Royal Lodge, la mansión de treinta habitaciones en la que reside en Windsor, supone unos gastos que considera que no puede asumir. La propiedad data del siglo XVII, fue residencia de Jorge IV y lugar de vacaciones de Isabel II, y debido a su antigüedad ha necesitado una serie de reformas a lo largo de los años. La última supuso un coste estimado de dos millones de libras, solo para mejoras como la pintura y la reparación del tejado.
La pasada semana se instalaron en su fachada una serie de andamios y el medio británico The Mirror apunta que sería una estrategia del príncipe para demostrar que es capaz de suponer el mantenimiento de la propiedad. Para ello, también intentaría recurrir a una cláusula incluida en el contrato firmado en 2002 con vigencia de 75 años: la posibilidad de delegar el alquiler de la vivienda a una de sus dos hijas o a su exmujer, Sarah Ferguson. Y es que, Andrés ha afirmado en varias ocasiones a sus amigos tener “un contrato de arrendamiento de hierro fundido”.
Sin embargo, para ellos esta situación no está tan clara. Ya que personas del círculo cercano de la pareja indicaron a The Mirror que “el problema con Royal Lodge es que va a costar muchísimo dinero renovarlo y nadie sabe cómo el Duque (de York) podrá cubrir esos gastos. Es muy difícil ver por qué Beatrice o Eugenie querría asumir la carga del arrendamiento cuando, sería mucho mejor invertir todo el dinero que tenga en un lugar donde posiblemente obtenga un rendimiento”.
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