Toma nota: Warren Buffett explica por qué nunca hay hacer negocios con una mala persona

Toma nota: Warren Buffett explica por qué nunca hay hacer negocios con una mala persona

El tiempo es un aliado en las inversiones, según Buffett, quien aconseja una visión de largo plazo para evaluar la verdadera rentabilidad de una empresa (AP Foto/Nati Harnik, Archivo)

 

 

 

“Tras muchos errores, aprendí a meterme en un negocio solo con personas que me gustan, en las que confío y a las que admiro”, afirmó el magnate financiero Warren Buffett con la serenidad de quien ha aprendido de los golpes. Las frase a apreció por primera vez en su carta anual a los inversores de 1989 pero luego fue repetida por el gurú año tras año.

Por Infobae

Buffett, conocido por su enfoque directo y sin adornos, siempre subraya como uno de los principios más valiosos de su carrera que es nunca se puede hacer un buen negocio con malas personas. La lección, adquirida a través de múltiples fracasos, se ha transformado en un mantra inquebrantable para él y su socio inseparable, Charlie Munger. Juntos, han cultivado una filosofía que va más allá de las cifras y las estrategias de inversión. Para ellos, la integridad y la confianza son la columna vertebral de cualquier relación empresarial duradera.

Buffett y Munger no buscan replicar emprendimientos exitosos de otros sin comprender su esencia. “Si no los entendemos, no invertimos”, afirman. Ese enfoque prudente les ha evitado grandes pérdidas y les ha permitido mantener un control riguroso sobre sus inversiones. Ambos inversores priorizan la comprensión profunda del modelo de negocio y sus detalles operativos por encima de la especulación bursátil.

El valor de la integridad en los negocios no es un concepto abstracto para Buffett. Cada transacción, cada trato cerrado, lleva impresa la marca de su carácter. En el intrincado mundo financiero, donde la especulación y las apuestas a corto plazo pueden seducir fácilmente, Buffett ha mantenido una postura sólida: la calidad del negocio y la confiabilidad de las personas al mando son insustituibles.

Este ethos se extiende a su crítica feroz de los incentivos perversos que a menudo dominan el ámbito corporativo. “Los bonus basados en la hiperoptimización del precio de las acciones pueden llevar a decisiones perjudiciales para la empresa a largo plazo”, advertía Buffett. Para él, estos incentivos pueden alentar a los gestores a “maquillar los números” y enfocarse en resultados a corto plazo, sacrificando la salud y la estabilidad futuras de la compañía.

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