Durante las olas de frío extremo el cuerpo humano se enfrenta a numerosos desafíos. Aunque los inviernos extremos se están volviendo más frecuentes debido al cambio climático, según la Oficina del Programa Climático de EEUU, es crucial entender cómo el frío afecta al cuerpo y qué medidas se deben tomar para protegerse.
Por Infobae
En temperaturas frías, el cuerpo humano redirige el flujo sanguíneo hacia el tronco para proteger los órganos vitales. “El efecto del frío se siente principalmente en la piel”, explica Donald Ford de la Clínica Cleveland. Las extremidades, como los dedos de manos y pies, son las más afectadas debido a la reducción del flujo sanguíneo. Con una temperatura de -17° C y un viento de 24 kph, la piel expuesta puede congelarse en 30 minutos, según el Servicio Meteorológico Nacional de EEUU (NWS).
La congelación ocurre cuando la piel y los tejidos subyacentes se congelan, incluso si están protegidos. El riesgo aumenta con la sensación térmica. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indican que no hay un umbral específico para el “frío extremo”, ya que depende de los patrones climáticos de una región.
Identificación y peligros de la hipotermia
La hipotermia es una condición peligrosa que se manifiesta cuando el cuerpo pierde calor más rápido de lo que puede producirlo, haciendo que la temperatura corporal descienda por debajo de 35°C. “Es una emergencia médica”, advierte el Dr. Robert Glatter del Hospital Northwell Lenox Hill en Nueva York. Los primeros signos incluyen escalofríos, seguidos de lentitud en la respiración y el ritmo cardíaco, confusión y somnolencia. Bradley J. Uren de la Universidad de Michigan subraya que la hipotermia puede deteriorar las funciones cognitivas, dificultando el reconocimiento de los síntomas.
Para protegerse en climas extremadamente fríos, es esencial usar capas de ropa adecuadas. Las capas sueltas retienen el calor mejor. Se recomienda el uso de bufandas o pasamontañas para proteger los pulmones y no olvidar gorros, guantes o manoplas. Las gafas de esquí pueden proteger la piel alrededor de los ojos, que es vulnerable a la congelación. Además, el aire seco en frío extremo puede absorber rápidamente la humedad corporal, por lo que es aconsejable llevar agua en un termo sellado.
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