Los cinco motivos por los que un segundo mandato de Trump sería diferente del primero

Los cinco motivos por los que un segundo mandato de Trump sería diferente del primero

Ilustración de Alberto Mier (CNN/Getty Images)

 

Poco más de un mes antes de las asambleas electorales de Iowa, un agente político republicano estaba sentado en un bar de Washington repasando la dinámica de las primarias presidenciales de su partido.

Por CNN 





El veterano de campañas por más de dos décadas de ciclos electorales, sopesó las fortalezas de la cada vez más reducida lista de contendientes republicanos y los riesgos potenciales de nominar a un expresidente que enfrenta cuatro acusaciones y docenas de cargos criminales.

En sus conclusiones no se anduvo con rodeos.

“Una cosa no ha cambiado: este es el partido de Trump”, dijo el agente. Pero quería dejar en claro que eso no significaba que un segundo mandato de Donald Trump fuera una réplica del primero.

“Todo a su alrededor ha cambiado”, dijo sobre el expresidente. “Para su beneficio”.

Seis meses después, Trump es efectivamente el presunto candidato republicano.

Aunque ahora también es un delincuente convicto.

Hay varios otros factores que sirvieron para validar el punto general del agente.

Los republicanos han cerrado filas masivamente en apoyo al candidato.

La campaña de Trump dijo que recaudó US$ 53 millones en las 24 horas posteriores a su condena en su juicio de Nueva York por falsificación de registros comerciales. Se trata de una cantidad asombrosa para un solo día, producto de que los donantes grandes y pequeños respondieron a los llamados para la recaudación de fondos que citbana el veredicto.

Las promesas del expresidente de buscar venganza política en un segundo mandato se han intensificado y sus partidarios las han recibido tanto con aceptación tácita o de manera celebratoria.

Los leales a Trump en este último campo no sólo están amplificando la idea de atacar a los oponentes políticos. Durante más de un año, han explorado activamente teorías jurídicas y redactado propuestas políticas para cumplir con los deseos del expresidente.

En conjunto, las secuelas de la condena de Trump han proporcionado la ventana más clara de hasta qué punto ha cambiado el entorno que le rodea.

El primer mandato de Trump estuvo definido en gran parte por las barreras políticas con las que se chocó, las normas institucionales que violó y los legisladores y asesores veteranos contra los que arremetió.

Ahora cada uno de ellos está disminuido, remodelado para su beneficio o eliminado por completo.

Trump y sus aliados tienen toda la intención de aprovechar esta nueva realidad si gana un segundo mandato.

Sus objetivos políticos, que en el pasado parecían aspiracionales en el mejor de los casos y meras fantasías en el peor, no son ahora insignificantes ni hipotéticas

El caos del primer mandato de Trump, junto con la retórica familiar aunque crecientemente incendiaria y oscura de sus mítines, puede tener el efecto de oscurecer una agenda que en muchos casos es bastante clara.

Deja en evidencia hasta qué punto su revancha contra Joe Biden no es análoga a la campaña de 2020.

Tampoco es una repetición de la campaña de 2016, cuando Trump derrotó a Hillary Clinton.

Esta vez es diferente.

Los legisladores

Trump —en caso de lograr un segundo mandato— llegaría a la Casa Blanca con un nivel de apoyo de los republicanos en el Congreso que no existió en su primer mandato.

Es una realidad que quedó claramente de manifiesto en Washington a principios de este mes, cuando el expresidente se reunió a puertas cerradas con republicanos de la Cámara de Representantes y del Senado en el Capitolio. Sus declaraciones ante los legisladores de la Cámara fueron recibidas con varias ovaciones de pie.

Los republicanos del Senado obsequiaron a Trump un pastel de cumpleaños para conmemorar su 78 cumpleaños.

Fue la primera visita de Trump al Capitolio desde el ataque del 6 de enero de 2021. Cualquier oposición republicana que hubiera surgido a raíz de los disturbios –y hubo mucha– se ha evaporado gracias a los intensos esfuerzos de Trump y su equipo para construir una operación política que distribuya los respaldos codiciados mientras trabaja activamente para destripar las voces opositoras en el partido.

Muchos de sus críticos republicanos más duros están fuera de la política.

Diez republicanos de la Cámara votaron a favor de acusar a Trump después del 6 de enero.

Dos años más tarde, cuatro de ellos fueron derrotados en las primarias republicanas. Otros cuatro optaron por jubilarse. Trump celebró las jubilaciones y ayudó activamente en la desaparición política de quienes se postularon para la reelección.

El senador de Utah Mitt Romney, uno de los últimos críticos republicanos de Trump que quedan en el Congreso, no buscará la reelección este año.

Los republicanos del Senado que formaron parte del núcleo institucional e intelectual de la conferencia y a quienes a menudo irritaban la política y las inclinaciones personales de Trump también desaparecieron hace mucho tiempo.

Senadores como Jeff Flake, Pat Toomey, Bob Corker, Lamar Alexander, Roy Blunt y Rob Portman se han retirado. El senador de Arizona John McCain murió de cáncer en 2018.

Sus sucesores, si esos escaños permaneciera en manos del Partido Republicano, son todos partidarios explícitos de Trump que han creado carriles políticos que en muchos sentidos refuerzan las divergencias del expresidente con respecto a décadas de ortodoxia republicana.

Si los entoces presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, intentaron aplacar y pacificar silenciosamente a Trump en sus primeros dos años en el cargo, hoy los republicanos en el Congreso buscan exacerbar y promover sus deseos.

Ryan, quien se jubiló en 2018, ha llamado a Trump “narcisista populista y autoritario”. No votó por Trump en 2020 y ha dicho repetidamente que no lo hará este año.

McConnell, quien condenó las acciones de Trump durante el ataque del 6 de enero, dejará su cargo como líder del Partido Republicano en el Senado al final de este Congreso. Dijo que apoyará a Trump, como parte de un intento por alcanzar una distensión para proteger a los candidatos republicanos al Senado. Estrechó la mano de Trump en la reunión del Capitolio de este mes, donde los dos hablaron por primera vez desde diciembre de 2020.

Los favoritos para suceder al republicano de Kentucky como líder están todos buscando el respaldo de Trump, muy conscientes de que tiene el poder de cambiar la carrera en una conferencia que ahora está más alineada con él que nunca.

Los jueces

El logro fundamental del primer mandato de Trump puede verse en los tribunales federales de todo el país.

Su huella en la Corte Suprema ha sido tan bien documentada como sus resultados dramáticos, ya que sus tres nombramientos modificaron el equilibrio ideológico en el tribunal. Los tres votaron con la mayoría en la decisión que anuló Roe v. Wade.

Pero Trump también reformó el poder judicial a nivel de los tribunales de apelación y de distrito. En total, nominó a 234 jueces federales que recibieron la confirmación del Senado.

La velocidad y la escala con la que Trump aseguró su legado judicial fueron orquestadas en gran parte por McConnell y Don McGahn, el primer abogado de Trump en la Casa Blanca.

Pero la composición ideológica de los designados por Trump, en particular los seleccionados en sus dos últimos años, representó en algunos casos un cambio en sí mismo.

“(No) fue simplemente un cambio de personas designadas por demócratas a personas designadas por republicanos”, dijo el colaborador de CNN Steve Vladeck, profesor de derecho en la Universidad de Georgetown. “Fue un cambio de un tipo particular de designado republicano —un conservador clásico de la ley y el orden— a un designado republicano más del tipo Trumpy”.

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