“La felicidad no es más que un sueño, el dolor es lo real”.
Voltaire (1694-1778)
Los venezolanos somos muy ingenuos o muy ignorantes. O ambas cosas. Nos quedamos con el libreto impuesto de una Historia Patria sin reparar en su estafa político/ideológica.
El encubrimiento es masivo. Sus objetivos: perversos. Nos hemos quedado con la celebración de la Independencia (1810-1830) ganada a España sin medir con justeza los logros obtenidos luego de la victoria guerrera.
La libertad por la cual se luchó hay que verla como una emoción romántica. La realidad fue otra. Se cambiaron viejos amos por otros nuevos. Y pardos, indios y esclavos se mantuvieron en la misma condición de minoridad que en la Colonia.
La destrucción del país fue pasmosa. La guerra de exterminio borro las distinciones sociales de clase. Y los de abajo encontraron una oportunidad en la violencia sin control a través del robo, saqueo y el asesinato.
La emigración de los blancos, los que más tenían que perder, fue muy alta hacia las islas del Caribe, Europa o Estados Unidos. Apenas hay estudios de esto. Los hermanos del Toro, patricios y parientes de Simón Bolívar, se refugiaron en Trinidad huyendo de la destrucción.
Bolívar, hombre de la guerra, siempre temió más a la paz. Y en vez de poner orden a la anarquía que contribuyó a crear, prefirió continuar su cruzada guerrera para liberar la principal base realista en Sudamérica: Lima, Perú.
Dejar atrás a Venezuela implicó el arribo de los nuevos amos. “Latifundistas en la cumbre, esclavos en la base, la nueva Venezuela reproducía las características de la antigua”. Esto según el historiador inglés John Lynch.
Del monopolio colonial se pasó al comercio internacional. La libertad política siempre estuvo un paso por detrás de la libertad económica. Se cambió una Metrópoli por Casas Comerciales extranjeras bien asentadas en los principales puertos. Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda e Italia encontraron buenos negocios en el tórrido trópico.
Los nuevos amos surgieron principalmente de los Libertadores con José Antonio Páez a la cabeza. Las recompensas y sueldos caídos a los soldados por su participación en la guerra nunca pasaron de las buenas intenciones.
El grupo de los llaneros, un actor clave para ganar la guerra, ni siquiera pudieron gozar del padrinazgo de Páez y fueron estafados. Les dieron bonos sin valor antes que tierras. La abolición de la esclavitud no se permitió y a esto contribuyo mucho el temor de Bolívar ante la pardocracia.
Para ser ciudadano y con ello poder votar había que ser propietario. Los nuevos amos no iban a cometer los mismos errores de los blancos criollos en 1810 y 1811. La Constitución de 1830 garantizo la nueva dominación sobre bases legales.
Desde entonces el destino político republicano de Venezuela fue más un enunciado que una realidad palpable. Una convicción traicionada.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ