“El que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir sus errores“.
Simón Bolívar
Otro año, otra conmemoración, un momento especial y un compromiso renovado de un deber profesional que debe seguir cumpliéndose en defensa de la libertad de expresión, cual sagrado derecho humano universal, establecido también en la Constitución Bolivariana de Venezuela, donde es el periodista, según lo establece la Ley de Ejercicio, el único responsable, autorizado y facultado para buscar, procesar, elaborar y transmitir la noticia a través de la prensa escrita, radial, televisiva o en alguna plataforma de las nuevas tecnologías.
Este 27 de Junio los periodistas venezolanos conmemoramos nuestro día nacional en homenaje a la publicación en 1.818 del Correo del Orinoco, periódico fundado por el Libertador Simón Bolívar al servicio de la lucha independentista, época cuando el hijo predilecto de Caracas usó la imprenta a la que llamó “la artillería del pensamiento”.
En lomo de mula la cargó como otro pertrecho de guerra indispensable durante la lucha emancipadora que lideró contra la ocupación española de buena parte de la América del Sur. Sostengo que vamos a conmemorar esta efeméride, porque celebrar en verdad no existe ni hay razones en el país y veamos sus causas.
Los periodistas venezolanos somos, léase bien, profesionales egresados de universidades públicas o privadas, después de cinco años de estudios, inscritos en el Colegio Nacional de Periodistas, CNP, Instituto de Previsión Social del Periodista, IPSP y debidamente autorizados por la Ley de Ejercicio del Periodismo para desempeñar la profesión.
Es importante decir y aclarar que existen colegas, –muy pocos–, protegidos por la Ley de Ejercicio del Periodismo, sin ser egresados universitarios, en razón que antes de promulgarse esa disposición legal, año 1.972, eran miembros de la Asociación Venezolana de Periodistas, AVP, cuando en el país para ser periodista no era obligado poseer formación universitaria.
Es pertinente en ocasión de esta fecha, desempolvar el reclamo válido, individual o colectivo, muy recurrente en cualquier gremio profesional en estos tiempos, sobre el creciente ejercicio ilegal que existe en el periodismo venezolano, mayor o menor de acuerdo con las características de cada región o estado.
No es ningún secreto la presencia de piratas, filibusteros y corsarios que “ejercen”, cuando dicen ser e invaden el campo laboral del periodista, —diría el colega catalán Andrés Cascio de La Ignoracia Ilustrada— ocupando espacios de quienes estudiaron y egresaron, cinco años después, de una casa de estudios superior o han seguido otra nivelación en su preparación profesional que busca profundizar una disciplina o área específica del conocimiento.
Esa anterior realidad a empleadores, directiva nacional del CNP, seccionales, Sindicato Nacional de la Prensa, SNTP y agremiados no solo tiene que preocuparnos, sino que debemos ocuparnos del tema cuanto antes. Hay que añadir además la existencia de iniciativas, intentonas y movimientos en la Asamblea Nacional oficialista para legislar, modificar o derogar la vigente Ley de Ejercicio del Periodismo de 1.972.
Tratando con ello de “legalizar” lo ilegal, a trocha y mocha, creándose un periodismo popular o de medios alternativos con “periodistas” sin formación universitaria, tapa amarilla o express. Lo controversial es que colegas “revolucionarios” graduados como Dios y la Ley mandan, sean quienes auspicien, promocionen y empujen “legalizar” ese abuso, disparate o extravagancia.
Vale decir que ese adefecio jurídico permitiría que el trabajo y responsabilidad de un profesional formado con rigurosidad, calidad y excelencia académica no tendría sentido, valor y seriedad social, sino que más bien lo que se busca es promover la mediocridad, desinformación, autocensura, asegurar la hegemonía comunicacional y eliminar la ya golpeada, precaria y tambaleada libertad de expresión.
No es un secreto que con la llegada de la Revolución del Siglo XXI los medios de comunicación y los periodistas hemos visto reducido el derecho constitucional a la libertad de expresión y al desempeño laboral en el campo de trabajo. No es casual que en la Venezuela de 2.024 los periódicos sigan desaparecidos, absolutamente, en su formato de papel. En nuestro estado era lugar común leer desde muy temprano El Regional del Zulia, La Verdad, Versión Final, Panorama, Qué Pasa o la prensa nacional.
Sus ediciones en papel desaparecieron al igual que en el interior de la República donde en la última década dejaron de circular 110 medios impresos, muchos de ellos obligados a transferir su formato al periodismo digital. Solo en Caracas sobreviven algunos que tienen garantizado el suministro del papel. El Zulia ha sido cantera de buenos periódicos que fueron verdaderas escuelas de buen periodismo, desaparecidos ya finalizando el Siglo XX, entre ellos, Crítica, El Vespertino y el diario metropolitano de Maracaibo, La Columna.
Así como los medios impresos desaparecieron como parte de una política de control social, no debido a sanciones económicas ni a bloqueos gringos, en la radiodifusión y la televisión la situación no ha sido distinta. Conatel en los últimos años ha realizado una verdadera “razzia” en ambos campos de la comunicación audiovisual, cerrando, confiscando y desmantelando estaciones de radio y televisión a lo largo del país.
Cientos de periodistas, reporteros gráficos, personal de talleres y artes gráficas, rotativa, laboratorio, administración, ventas, choferes, seguridad, locutores, camarógrafos, asistentes, técnicos de control, transmisiones, microondas y otras áreas han visto perder sus puestos de trabajo desde la llegada del chavismo al poder en 1.999. Ha sido y es una especie de vorágine comunicacional muy bien pensada, planificada y ejecutada.
Por cierto antes de esa época en la llamada IV República cuando individualidades burocráticas excedieron sus funciones y atentaron contra la libertad de expresión, medios y periodistas, –en nada comparable a la Revolución del Siglo XXI-, existía una vocería de dirigentes izquierdistas en ser los primeros en pegar el grito al cielo, a la hora de cualquier abuso de algún funcionario. Hoy eso no es posible ni admisible con aquello que dice de que lo que es bueno pal’ pavo es bueno pa’ la pava.
Sin embargo, los periodistas y en general los venezolanos a ninguno de ellos hemos visto cuestionar el exceso de algún “camarada” en el momento de cerrar un periódico, radioemisora, televisora, portal digital o reclamar, denunciar y protestar el drama familiar y social que significa el cierre de un medio de comunicación, lanzando a la calle a padres, madres, solteros o no, a las filas del desempleo. Hoy llegan a 400 los medios de comunicación social cerrados, clausurados y desactivados en 25 años de gestión chavista.
En esa arremetida antidemocrática no se salvaron ni los pregoneros que vendían la prensa escrita en kioskos y esquinas de las ciudades más importantes de Venezuela. Leída solo una pequeña, muy mínima, en un universo de atropellos y atentados contra el ejercicio profesional, puedo asegurar que los periodistas, hombres y mujeres de carne y hueso, no estamos dentro de una burbuja ajenos a las viscicitudes que han sufrido o padecen otros profesionales universitarios y la gente en general.
Nos golpea la crisis económica, censura, acoso, persecución, detenciones, mordaza, malos sueldos y salarios, desempleo, acceso a las fuentes oficiales, carecemos de servicios médicos y nos afectan los apagones eléctricos, la escasez de agua, la separación familiar, las colas buscando combustible y los malos servicios públicos.
Periodistas, criollos y extranjeros, han sido encarcelados en el desempeño de su trabajo. Han podido recobrar su libertad por la denuncia gremial y la presión internacional. Estas últimas semanas ha habido la detención de periodistas en el ejercicio de su labor o señalados de “desestabilizadores”, según ha denunciado el Colegio Nacional de Periodistas, CNP
Hoy decenas de periodistas están fuera del país. Unos debido a haberse quedado desempleados por el cierre de las fuentes de trabajo en Venezuela. Otros, en razón de haber recibido advertencias, presiones o amenazas por ser “incómodos” en su labor profesional. No obstante, algunos radicalizados, fanatizados y sesgados no se diferencian mucho de aquellos colegas rojos-rojito que han callado el daño hecho al país y a esta profesión.
También hay colegas revolucionarios, diría, de esos llamados “Patria o Muerte” que en posiciones gerenciales en los distintos niveles de la administración pública, persiguieron por razones políticas e ideológicas a sus propios colegas. Hoy, irónicamente, algunos están en cualquier lugar del mundo y hasta en la tierra del Tío San, el propio imperio, en el país más odiado por cualquier “camarada antiimperialista” tramitando su “exilio” y el de la familia.
Todo un cóctel que afecta la salud no sólo de los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación del país, sino a cualquier mortal debido a la elevada ansiedad, estrés y desajustes emocionales que, según ha advertido la psicóloga social y clínica, Yorelis Acosta, si estos síntomas no son atendidos podrían terminar en consecuencias lamentables. De esta manera los periodistas venezolanos conmemoramos el Día del Periodista.
Por último rindo homenaje a colegas ausentes, grandes profesionales de la prensa escrita, radio, televisión, docencia y relaciones públicas, nacidos o no en el estado Zulia que adelantaron su viaje, pero dejaron sembrada una huella de excelente estilo profesional, lleno de calidad humana, afectiva y de camaradería difícil de echar al olvido.
Entre otros, Sergio Antillano, Ignacio De La Cruz, Pipo Hernández, Oswaldo Sotillo, Manolo Silva Machado, Elbano y Heberto Castro Pimentel, Francis Luther Blackman, Yadira Méndez, Angel Medina, Rodolfo Arguello, Bladimiro Durán, José Semprún, Pedro Fernández, Régulo López, Elida Cuauro, José “Cheo” González, Francisco “Paco” Zuleta, Luis Soto Toro, Heberto Camacho y Andrea Nowotka.
Asimismo, José Díaz Jiménez, Danilo Acosta, Leopoldo Rincón, Oscar Silva Araque, Rosario Rojas, Jorge Villalobos Hernández, Jorge Viloria, Enrique Rodríguez Mota, Bernardo Medina, Luis Guillermo Cristalino, Pedro Soscum Machado, Fander Serrada, Pedro Mora, Nerio Ramírez Pernía, José Luis Zambrano, José Manuel Dopazo, Gerardo Oviedo, Héctor Montiel y Alberto González.
¡Amanecerá y Veremos!
José Aranguibel Carrasco
CNP-5.003