“Su sorpresa fue extraordinaria: la claridad era tal que lo deslumbraba. Durante unos segundos tuvo que cerrar los ojos. Jamás hubiera creído que las nubes, que la noche, pudiesen deslumbrar. Pero la luna llena y todas las constelaciones las convertían en olas resplandecientes. El avión había ganado de un solo golpe, en el mismo segundo de emerger, una calma que parecía extraordinaria. Ningún oleaje lo zarandeaba. Como barca que pasa el dique, entraba en las aguas abrigadas. Había entrado en una región ignota y escondida del cielo, como la bahía de las islas felices. La tempestad, debajo de sí, formaba otro mundo de tres mil metros de espesor, atravesado por ráfagas, trombas de agua, relámpagos, pero presentaba a los astros un rostro de cristal y de nieve”, escribía Antoine de Saint-Exupéry en “Vuelo Nocturno”, la novela inspirada en sus aventuras como piloto de la Aeroposta Argentina.
Daniel Cecchini
Corría 1930 y el futuro autor de “El Principito” combinaba allí las tres pasiones que impulsaban su vida: la aviación, la escritura y el dibujo, porque “Vuelo Nocturno” llevaba también las ilustraciones de su puño. Hacía un año que había llegado a la Argentina, enviado por la empresa aérea Aeropostale, de Francia, como director de su filial local y la misión de expandirla por Sudamérica.
Pero los escritorios no eran lugares para el inquieto Saint-Exupéry, que no sólo protagonizó el vuelo inaugural de la empresa aeropostal en el país, sino que se reservó un lugar como piloto para surcar los difíciles cielos de la Patagonia. Sabía, además, que estaba haciendo historia, porque en aquellos tiempos el ferrocarril hacia el sur solo llegaba desde Buenos Aires hasta Bahía Blanca, por lo que sus vuelos desde ese punto final hacia el sur acelerarían la llegada del correo. Partía de un pequeño aeropuerto bahiense llamado Harding Green y volaba al principio hasta Comodoro Rivadavia, un recorrido que meses después extendió hasta Río Gallegos.
En esas rutas enfrentó y se acostumbró a las turbulencias de los vientos patagónicos y surgió “Vuelo nocturno”, basada en un hecho real sucedido a uno de sus compañeros cuando viajaba de Chile a Paraguay y una tormenta desplazó su pequeño avión desde la cordillera hasta el Atlántico.
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