El semen es un líquido milagroso, por eso la presencia de microplásticos en él es algo ciertamente alarmante. Una sola cucharadita de este líquido blanco puede contener cientos de millones de espermatozoides móviles, innumerables vitaminas, ácido cítrico, prostaglandinas, proteínas y sí, para los curiosos, hasta 25 calorías. Pero últimamente, los científicos han encontrado microplásticos.
Por GQ
En los últimos años, los microplásticos (definidos como partículas de plástico más pequeñas de 5 mm, a diferencia de los nanoplásticos, que pueden ser tan pequeños como 1 nanómetro) han estado infiltrándose en nuestros cuerpos a un ritmo alarmante. Los científicos los han descubierto en nuestros intestinos y en nuestra sangre; desde allí, están llegando a nuestros hígados, riñones, corazones e incluso, posiblemente, a las células cerebrales. Los científicos han encontrado microplásticos en los úteros de las mujeres y hasta en las placentas de los bebés no nacidos.
Últimamente, una serie de nuevos estudios se han centrado en encontrar microplásticos en las partes más íntimas de los hombres: los testículos. El año pasado, investigadores del Tercer Hospital de la Universidad de Pekín en Beijing encontraron microplásticos en los testículos de cuatro pacientes masculinos y en 11 de 30 muestras de semen. Unos meses después, investigadores italianos los encontraron en el semen de seis sujetos masculinos. En mayo, investigadores de la Universidad de Nuevo México publicaron un artículo en Toxicological Sciences, en el que analizaron los testículos de 23 personas y 47 perros, y encontraron partículas de microplásticos en cada uno de ellos.
Podrías estar pensando: espera, ¿perros? “Estudiamos perros porque en las últimas décadas, hemos encontrado una reducción coincidente en la calidad del esperma en perros y en humanos, y durante años hemos notado un aumento en los cánceres testiculares [caninos]”, dice Chelin Hu, investigador de la Universidad de Nuevo México y autor principal del estudio. Eso es significativo para los investigadores que estudian contaminantes ambientales, porque las dos especies comparten los mismos espacios de vida. “Los perros viven muy cerca de nosotros”, dice Hu. La idea es que lo que afecta a los perros podría ser lo que nos afecta a nosotros también.
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