Las películas slasher marcaron el cine en las décadas de los 70 y 80 (aunque el género comenzó a tomar fuerza en los años 60, con películas como Psycho de Alfred Hitchcock), pero no han perdido popularidad y con el paso del tiempo el género se ha ido renovando y reinventando.
Por GQ
Un Slasher tiene varios elementos que se convierten en la base para construir la historia. La historia suele suceder en pueblos pequeños o lugares aislados, siempre hay un asesino que parece tener una fuerza sobrehumana y una gran habilidad para sobrevivir, hay víctimas adolescentes (aunque también pueden ser adultos), escenas de asesinatos sangrientos y algún elemento de venganza, y no puede faltar la clásica Final Girl, que se convierte en la única sobreviviente de una matanza que la deja traumatizada.
A lo largo de la historia del cine, el slasher nos ha dado grandes personajes memorables, como la dupla de Laurie Strode y Michael Myers, y películas que se convierten en clásicos a pesar, o tal vez gracias a, que tienen un alto contenido de sangre y violencia.
Lo que pasa es que los slashers son catárticos y emocionantes, y algunos hasta nos enseñan lecciones importantes, como no entrar a un callejón solitario en la mitad de la noche o a voltear hacia atrás y a los rincones cuando estamos solos en casa. Y sí, hay grandes películas que no son nada tacañas con la sangre.
La Masacre de Texas
La primera película con el asesino Leatherface se estrenó en 1974 y fue una sensación de terror (con elementos muy gore). La película del legendario Tobe Hooper sigue a 5 amigos que hacen un viaje de carretera para ir a visitar la tumba de uno de sus abuelos, pero en el camino se topan a una persona pidiendo aventón y terminan llegando hasta una vieja casa que parece abandonada, pero que en realidad es el hogar de una familia de caníbales y de un salvaje asesino que comienza a perseguirlos y los mata usando una sierra eléctrica.
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